El del vino es un universo con muchos matices, tantos como un buen caldo o el gusto de los consumidores. En el negocio, no todos son Vega Sicilia o Pingus. Hay bebedores que se conforman -o no llegan con sus ingresos- con botellas más modestas y hay productores que no se dirigen al cliente final, el que degusta el vino en un restaurante o en su casa. Hay sitio para todos. Coviñas es un buen ejemplo. Esta agrupación de diez cooperativas de Utiel -Requena con casi seis décadas de historia a sus espaldas y una buena penetración en los mercados extranjeros con un vino embotellado adaptado al gusto de esos territorios, lidera también desde hace cuatro años un proyecto subvencionado por la conselleria de Agricultura con más de dos millones de euros para comercializar de forma conjunta líquido a granel a través de la sociedad Bobal Wines Cellars, integrada por 18 cooperativas y donde Coviñas tiene el 40 % del capital.
La cooperativa, que nació en 1965 para destilar y dar salida a los orujos y las lías (sobre todo, levaduras) de sus socios, pronto se orientó hacia el embotellado de vino, en un momento en que los productores de la zona se dedicaban sobre todo al granel, base en buena parte de vinos de calidad de otras zonas. Y ahí siguen, cada vez con mayor presencia en ese segmento. El presidente de Coviñas, José Miguel Medina, asegura que el pasado año la firma ha necesitado 12,9 millones de litros para producir 16,2 millones de botellas de vino con sus propias marcas o bajo su amparo. Hay un trabajo de coordinación entre los socios y los enólogos de cada cooperativa a la hora de aportar los diferentes zumos de uva necesarios para elaborar los caldos. Coviñas tiene sobre todo bobal (74 % del total), pero también tempranillo, merlot o garnacha en tinto y macabeo o chardonnay, en blanco. Todo depende de las necesidades comerciales, en concreto de las peticiones del cliente. Hay marcas propias, como ‘Enterizo’, y otras blancas, como ‘Toro loco’, elaboradas con bobal y tempranillo para atender al gusto británico. El consumidor manda. Coviñas también produce vino ecológico para los mercados alemán y británico. El exterior acapara el 80 % de la producción. Sin renunciar a Europa, la cooperativa, que obtuvo unos beneficios de 400.000 euros en 2018, ha puesto sus ojos en Asia, «más en Japón que en China». Una parte, más de «gama media», se canaliza en tiendas especializadas y el canal horeca. El resto, en grandes superficies, es «de calidad óptima y a precios bajos, aunque no de derribo».
Roger Llanes: «Proyecto modélico»
Los diez socios de Coviñas tienen capacidad para 36 millones de litros de vino. La firma acaba de poner en funcionamiento una segunda línea de embotellado que le permitirá producir otros 16 millones de unidades. Lo que no va a Coviñas, al menos de momento, «se vende a granel». Ahí entra en acción Bobal Wines Cellars, S. L., donde 18 cooperativas productoras de granel -nueve de ellas de Coviñas- se han unido en un Plan de Integración Comercial para vender ese vino base en un 26 % a países como Francia, Alemania, Italia o Japón y el resto en España. «Vendían el granel sin especilización. De hecho, nos hacíamos la competencia. Ahora centralizamos la oferta en un solo vendedor que es el único interlocutor de los clientes», lo que mejora la capacidad de negociación y eleva los precios. 66 millones de litros para vino y 12 para cava componen la oferta. El secretario autonómico de Agricultura, Roger Llanes, asegura que la Generalitat va a seguir apostandopor este modelo, porque «la concentración de la oferta y la mejora de los precios que perciben los productores van de la mano y en este sentido los resultados que está ofreciendo un proyecto como el de Coviñas son modélicos».
