La asociación de colonias felinas denuncia acosos a voluntarias enAlmardà

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En las urbanizaciones frente al mar en la que llamamos playa de Almardà siempre ha habido gatos callejeros. Es más, Juan, el gato Juan, el más viejo del lugar, nació allí hace ya más de veinte años; mucho antes de que llegaran otros pobladores con sus chalets y sus ventanales mirando al Este. Siempre han estado allí y seguirán estándolo; gracias a los amantes de los gatos que los cuidan y alimentan, y a la mayor aceptación general.

Últimamente han brotado focos de conflicto con intolerantes que se quejan de que los gatos entran en sus propiedades y les producen molestias, impidiendo el trabajo de las voluntarias que diariamente les dan de comer. Voluntarias que ya no encuentran dónde ubicarles el agua y la comida, acosadas por algún vecino. Voluntarias que no solo cuidan y alimentan a los gatos, sino que gestionan adopciones y esterilizan en la medida de sus posibilidades.

Desde luego los conflictos, de cualquier naturaleza, no se resuelven con amenazas, con prepotencia, ni acudiendo a los tribunales, se resuelven con el diálogo constructivo y una gran dosis de paciencia y empatía. Y en el caso que nos ocupa, los gatos, se hace necesario alcanzar un gran pacto ciudadano por la convivencia pacífica y la tolerancia. Y en ello, los Ayuntamientos tienen un gran papel que jugar. Es curioso, se potencian los toros -"els bous al carrer"- porque son una tradición muy arraigada en la sociedad -aunque somos muchos los que repudiamos la violencia que sobre ellos se practica con impunidad- y sin embargo, en el caso de los perros y gatos de la calle, se les abandona a su suerte, siendo como son los más desprotegidos.

En el caso de la playa de Almardà, en su vertiente Sur, la más cercana a Canet, durante la ultima semana el Ayuntamiento ha efectuado una amplia limpieza en un cañar que protegía la zona de los vientos y la humedad provenientes del mar, no sabemos si por presiones de algún vecino con el objetivo de alejar a los gatos o simplemente para abrir la calle Romaní al mar. No queremos ver fantasmas, pero sea cual sea el motivo que ha inducido a las autoridades municipales a actuar, deberían hacerlo siempre conociendo las consecuencias de sus acciones y no a la brava. La concejalía de Salud Pública del Ayuntamiento de Sagunto sabe muy bien que en esa zona hay colonias de gatos porque así se lo hemos hecho saber. Desde el mismo Ayuntamiento se debería propiciar un acuerdo con los vecinos para que las voluntarias puedan seguir con su trabajo y aquellos sientan satisfechas sus demandas.

Y recordar a todos que, atendiendo a lo dispuesto en la Ley de Protección de Animales de Compañía de la Comunidad Valenciana, tanto maltrato animal es abandonarlos a su suerte como impedir que se les alimente y cuide como hacen las voluntarias.

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