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zumo de creativos

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Sagunto es una ciudad pequeña donde es más que factible hacerse visible si alguien tiene la necesidad. Los periódicos locales están abiertos a la colaboración de quien lo solicite y se puede participar en la radio, en la tele o incluso, si alguien lo desea, puede contactar directamente con los políticos en la calle o a través de redes sociales.

Vivimos en un entorno en el que no falta visibilidad, pero si falta dinero para desarrollar proyectos, ese es el problema principal. Por eso cuesta entender que nuestro municipio haya llegado a la conclusión de que la mejor forma de favorecer que surjan proyectos emprendedores es habilitar a una empresa privada para que organice eventos a los que los ciudadanos podemos acceder gratis en busca de publicidad.

Si bien es cierto que faltan puntos de encuentro en la zona, con este formato el éxito de la reunión queda en manos de la habilidad de los participantes y el rédito en la organización, sin que nadie tenga muy claro como ni cuando se puede aportar valor. La única contrapartida tangible que plantean estos encuentros es la posibilidad de que los emprendedores accedamos al contacto directo con personalidades locales y políticas a las que de forma directa ya podemos acceder todos y de forma privilegiada nadie debería poder acceder.

Si seguimos haciendo proliferar este tipo de iniciativas en Sagunto estaremos incentivando la opacidad de las relaciones comerciales, el fortalecimiento de los círculos de poder y la administración privada de las subvenciones públicas, ya que el contexto que aquí se plantea no gestiona los méritos curriculares de los emprendedores, sino que se limita al prorrateo de complicidades directamente a nivel personal.

La posibilidad de que los saguntinos logremos subvenciones de la Unión Europea es una opción muy interesante y concreta que no tiene nada que ver con la ambigüedad de estos eventos. Si alguien quiere fomentar la obtención de subvenciones europeas debería estudiarse las convocatorias, recoger los currículum de las personas interesadas y añadiendo una parte de su ingenio y creatividad hacerlas confluir con las posibilidades de los emprendedores de la zona en proyectos específicos enfocados a la infraestructura local. El éxito de esta iniciativa sí podría cuantificarse según la cantidad de subvenciones que se consiguieran y los proyectos que hubieran sido puestos en marcha, a diferencia del modelo actual en el que más allá de las participaciones de voluntarios no hay ningún resultado que se puedan cuantificar.

Quien tomase esta responsabilidad debería encargarse además, sobre todo si recibiese dinero público, de que todo el mundo estuviese bien informado de los plazos y convocatorias y fuese avisado cuando estas se ajustan a su perfil en lugar de sacar partido de la clandestinidad de las mismas y publicitar posteriormente la convocatoria de eventos en los que se pregunte a los emprendedores más voluntariosos cuáles son sus ideas para acceder a una subvención.

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