Las excavaciones realizadas en el Castillo de Torres Torres, dentro del proyecto de restauración de la Torre del Homenaje, han sacado a la luz la existencia de una cisterna. Aunque los historiadores siempre han sostenido que la fortaleza se dotaba de un aljibe o pozo para el abastecimiento de agua en caso de reclutamiento, no se ha tenido constancia de ella hasta que los trabajos arqueológicos en la zona han revelado el hallazgo.
La investigación se centra ahora en conocer el origen del descubrimiento y, aunque en un primer momento se barajaba la posibilidad de que fuera de época musulmana como el Castillo, los últimos estudios realizados por el cronista oficial del Torres Torres y arquitecto municipal, Juan Corbalán, apuntan a la época isabelina, es decir, hace unos 180 años. «He encontrado documentación en la que se describe cómo los isabelinos fortificaron la ermita y habilitaron el Castillo para una guarnición, por lo que es probable que construyeran la cisterna», afirma el cronista.
Este aljibe, según Corbalán se encuentra «en perfecto estado» y está construido de forma «muy superficial con un aspecto bastante moderno», datos que aportan firmeza a su hipótesis sobre la etapa histórica de la cisterna. «Ocupa una zona del sótano, por lo que sospecho que utilizaron parte de éste para construirla». En cuanto a sus dimensiones, tiene dos metros de anchura y casi cuatro de profundidad, una estructura que se ha vuelto a tapar para asegurar su conservación.
Además de la cisterna, que ha sido el hallazgo más importante de las obras, éstas también han revelado una rueda de molino. Las excavaciones forman parte del proyecto de puesta en valor de la Torre del Homenaje, la más importante de las cinco que tenía el castillo de la localidad.
Dos fases
Las obras que finalizaron hace unos días, han constado de dos fases. Una primera, donde se actuó en la cara sur y oeste de la torres, y una segunda, en el resto, en la norte y en la este. El lienzo sur era el más deteriorado, con riesgo de caída, lo que ha obligado a su refuerzo. «Había perdido parte de su mampuesto, la piedra, y existía peligro de que pudiera perder estabilidad», comentaba el arquitecto.
Además de en las caras, también se ha actuado en los dinteles, que «estaban podridos», reponiéndolos todos para evitar que se cayeran, explicaba Corbalán. A esto hay que sumar la limpieza de los alrededores que ha puesto de manifiesto más de tres metros de escombros que se habían acumulado, dada la caída de cascotes a consecuencia del mal estado de la torre.
Entre la primera y la segunda fase, se han invertido 80.000 euros, todos de la Diputación de Valencia, que han servido para rehabilitar la pieza principal del Castillo, la Torre del Homenaje, donde ha sido necesario realizar inyecciones en los muros para solidificarlos y evitar más desprendimientos.
