Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Condenados a casi 13 años de cárcel por agresiones y coacciones en Sagunt

Padre e hijo atacaron a varias personas para averiguar quién les había robado - Al día siguiente, uno llevó a un joven a su casa y tras sacar cuchillos, le dijo que estaba allí para morir, pero éste escapó

Condenados a casi 13 años de cárcel por agresiones y coacciones en Sagunt

Fue una mañana de noviembre cuando los condenados se presentaron «derrapando» en la casa de unos conocidos. A uno de ellos, que estaba en el exterior, le rodearon el cuello con un brazo y le aproximaron un cuchillo, según considera probado la sentencia de la Audiencia Provincial, después de decirle que «contigo quería hablar». Un «te voy a matar» con «clara intención de amedrentar» dio paso a la explicación por parte de los condenados de sus sospechas de que los inquilinos de la casa les habían robado.

Siempre según el relato de hechos probados que recoge el fallo judicial, padre e hijo fueron informados de que los otros residentes estaban en el interior del domicilio, así que uno de ellos «se dirigió a la puerta de acceso a la vivienda y le propinó una patada, abriéndola y entrando los acusados sin autorización de los moradores, procediendo a registrar la planta baja del inmueble». Los gritos y los ruidos despertaron a los otros residentes, que dormían en la planta alta, momento en el que salieron a la terraza y descubrieron toda la situación.

Uno de ellos descendió, mientras el otro se quedó «encerrado por miedo a los acusados», quienes amenazaban con que «si se movían les pinchaba». Un golpe con la mano en la oreja aturdió a una de las víctimas, que cayó sentada, antes de recibir «sendos puñetazos en el rostro». Una visita a un vecino para «ver si él tenía algo que ver con la presunta sustracción», algo que negó, puso el punto final por ese día a este episodio, no sin que los acusados «pidieran disculpas», según relataron varios testigos durante el juicio.

Espray pimienta

Pero ahí no se quedó el caso. La mañana siguiente, otra vez a primera hora, uno de los acusados volvió al domicilio de las víctimas y pidió a una de ellas «de buenas maneras» que «lo acompañase al pueblo para identificar a un joven que pudiera ser el autor del presunto robo». El interpelado, «por temor», subió al vehículo, no sin antes esconderse un bote de espray pimienta, y fue conducido al domicilio del condenado, que le invitó a entrar.

Una vez en la vivienda, el hombre cerró la puerta, «diciéndole que se sentase que estaba allí para morir, bien porque le había robado, bien porque podía denunciarle por los hechos del día anterior, amenazándole con cortarlo a cachitos, predisponiendo a tal fin de un cubo con líquido y una serie de cuchillos que estaba a la vista, blandiéndolos contra la víctima». Ésta testificó incluso que le apuntó con un subfusil, aunque la Audiencia Provincial no considera probada esta cuestión, pese a reconocer que la versión del denunciante «ha sido constante, mantenida y carente de ambigüedades».

Todavía en la casa del condenado, la víctima roció el espray por el rostro del captor, que quedó aturdido, dando tiempo a la víctima a escapar por una puerta trasera. Esa huida dio paso a una persecución durante kilómetros a través de campos y matorrales, mientras uno portaba un cuchillo y el otro perdió los zuecos en la carrera antes de llegar a su domicilio, donde cogió el teléfono móvil y llamó a la Guardia Civil.

Los acusados negaron durante el juicio que entraran a la casa sin permiso, que portaran armas o que tiraran al suelo a una de las víctimas, e incluso del capítulo del segundo día, aseguraron que fue el denunciante quien acudió a su casa con la intención de robar. La Audiencia Provincial, sin embargo, resta toda verosimilitud a esta versión al ser meramente exculpatoria y contradecirse con las pruebas, ya que la investigación posterior descubrió daños en la vivienda de la víctima, lesiones objetivadas en el informe de Urgencias, un cuchillo de carnicero y un cubo con líquido en la vivienda del condenado donde la víctima dijo ser encerrada, así como los zuecos que perdió en la huida y aparecieron en una parcela próxima.

Nueve delitos

Así, la sentencia condena a padre e hijo por cuatro delitos de amenazas, dos de lesiones, dos de allanamiento de morada y otro de coacciones. Aunque la Fiscalía pedía entre 16 y 20 años de cárcel y la acusación particular reclamaba dos indemnizaciones de más de 13.500 euros, la condena se quedó en 7 años y dos meses para uno y 5 años y medio para el otro, además de una orden de alejamiento de 500 metros y una multa de más de 5.000 euros.

Compartir el artículo

stats