El actor argentino, Ernesto Alterio destacó a Sagunt, como «un sitio mágico, que posee una energía muy especial, por la historia que tiene, por estar en contacto con los elementos», que conocía por su padre, Héctor Alterio, que actuó en varias ocasiones allí.

Las declaraciones se realizaban durante su visita al municipio al que acudió para representar «Troyanas» de Carme Portaceli y Alberto Conejero, como parte de la programación de la XXXIV del Sagunt a Escena.

Alterio, que interpreta en la obra de Eurípides al mensajero Taltibio, encargado de comunicar a las mujeres vencidas en Tebas la suerte que les depararía en manos de los vencedores del ejército griego, valoró subirse a las tablas del teatro romano de Sagunt como «un arma de doble filo», ya que «puede potenciar lo que haces o te puede comer, porque el sitio en sí, por lo impresionante del lugar, puede llegar a tener más protagonismo que lo que está sucediendo en el escenario», expresó. Pero también lo consideró como una posibilidad para que el actor y el personaje se desarrollen «mucho».

El actor aseguró que antes de subirse al escenario trata de vaciarse, de no pensar en nada. «Respirando, trato de conectarme con la energía de arriba, de abajo, del centro y tiro», confesó. También para interpretar a Taltibio, uno de los papeles más complejos que le ha tocado hacer, como expresó, «por su composición psicológica, su carácter y la posición que sostiene en la obra como mensajero» ante la devastada ciudad de Tebas, pero que tiene «una semilla de humanidad».

La actual edición del Sagunt a Escena viene reforzada por la campaña de promoción turística «Sagunto, el Escenario de tu Historia», que tiene como objetivo hacer que el turista se sienta protagonista en una ciudad viva.

El claim elegido para la campaña de promoción turística pone el foco no sólo en el inmenso legado cultural de Sagunto, sino en la capacidad de la ciudad para mantener vivo su patrimonio. Con este hilo conductor, la iniciativa quiere trasladar el mensaje de que cada turista es único y protagonista de su propia experiencia, no espectador en un patio de butacas.