Dos días sin poder salir de Roma y sin ningún tipo de atención ni información por parte de la aerolínea de bajo coste que les vendió el billete. Así aseguraba haber estado una joven de Faura, María Montón, junto a Nacho Muniesa y otros valencianos, después de que se cancelaran dos aviones: El que les iba a traer de vuelta el pasado domingo y el que, como mal menor, les iba a llevar a Barcelona el lunes.

«Llovía muchísimo. Deberíamos haber cogido un vuelo el domingo a mediodía de regreso a Valencia pero lo cancelaron. Mientras los demás solo se retrasaban, el nuestro se canceló, según la compañía por motivos del temporal. Nos sacaron del aeropuerto en un autobús y nos dijeron que nos buscáramos la vida intentando conseguir otros vuelos. Nos dejaron allí tirados», afirmaba María Montón.

Los jóvenes junto con otros valencianos, viajaron ayer hacia el aeropuerto de El Prat y aunque desde el departamento de comunicación de Ryanair se confirmó a Levante-EMV que el domingo se tuvieron que cancelar muchos vuelos en Italia por la tormenta y el lunes, por la huelga de los controladores franceses, el malestar de los afectados iba más allá de estos hechos. En este sentido, denunciaban la situación de desatención e indefensión sufrida. «Tras reclamar y exigir mucho la primera noche la pasamos en un albergue de peregrinos, tan sólo se nos dio un trozo de pizza y un refresco. El lunes embarcamos en un vuelo que supuestamente nos llevaría al Prat y tras una hora en el avión nos hacen bajar; hasta próximo aviso», apuntaba la joven de Faura.

Tres horas parados

Nuevamente los valencianos se vieron obligados a dormir en el albergue «sin ningún tipo de aclaración o atención de la compañía», decían. El vuelo que finalmente trajo ayer a los jóvenes del Camp de Morvedre hasta Barcelona estuvo, además, tres horas parado en el aeropuerto «y de nuevo sin información» o deferencia respecto de los viajeros. «Estuvimos encerrados en el avión más de tres horas sin comer ni beber, y sobre todo sin ningún tipo de aclaración o información» apuntaba la joven.

«Empezábamos las clases el lunes y ya hemos perdido dos días en esta odisea; jamás volveré a viajar con Ryanair. Nos han tratado como animales y nos han dejado tirados, y no solo una vez. Las reclamaciones son imposibles de gestionar y tras horas de espera no se aclara nada», añadía Montón.