Como muchos lectores sabrán, en 1918, cuando finalizó la I Guerra Mundial, tuvo lugar en el mundo una de las que se considera peor pandemia de la historia, llamada injustamente gripe española y no precisamente porque la enfermedad se originará en España.

La epidemia gripal, conocida popularmente como la cucaracha (se pensaba erróneamente que se propagaba por este insecto) y también como la pesadilla o la influenza, surgió por primera vez en Fort Riley, una instalación militar de Estados Unidos, pasando a Europa a través del puerto francés de Brest, por el que entraban las tropas norteamericanas participantes en la guerra. Parece ser que a España la trajeron los trabajadores españoles en Francia, donde había escasez de mano de obra francesa a consecuencia del conflicto armado.

En Europa, para no desanimar a los soldados y a la población, que estaba atravesando las graves consecuencias del conflicto, no se le dio apenas publicidad a la epidemia, lo contrario que en España, a la que dedicaron mucha atención los medios de comunicación de la época.

La epidemia causó la muerte de más de 50 millones de personas en todo el mundo, alcanzando en España la cifra de 300.000. Se considera que esta enfermedad causó más mortandad que la peste negra o bubónica que asoló el mundo en el siglo XIV. La epidemia tuvo una incidencia notable en varios pueblos de la provincia de Valencia, siendo uno de los afectados Algar de Palancia.

En este contexto, destacaron dos personas en Algar por su altruismo y por su humanidad. Nos referimos al médico-cirujano, don Jose Andrés Monreal, y al barbero-practicante, don Enrique Gómez Tárrega.

El primero obtuvo la plaza de médico-cirujano de Algar el 1 de julio de 1917, con un sueldo anual de 1.750 pesetas, y, apenas un año más tarde, el 14 de septiembre de 1918, falleció a causa de la enfermedad, a la edad de 24 años. Antes, el 11 de agosto del mismo año, había fallecido también en Algar su madre, María Guadalupe Monreal Pérez, natural de Sagunto, y seis días más tarde, el 20 de septiembre, su hermana menor, María de los Desamparados, con solo 18 años, ambas contagiadas de la misma enfermedad.

Reconocimiento municipal

El médico don José Andrés Monreal destacó enormemente por su dedicación a los enfermos afectados por la epidemia y sus familiares, con riesgo de su propia salud y vida, como así ocurrió. El Ayuntamiento en pleno reconoció la gran labor y solidaridad llevada a cabo por este médico, en sesión de 7 de enero de 1919 y, como homenaje, le dedicó una de las principales calles del municipio con su nombre.

Otra de las personas que también brilló con luz propia y que fue ejemplo igualmente de altruismo y solidaridad, durante la citada epidemia gripal de 1918, fue don Enrique Gómez Tárrega. Obtuvo la plaza de barbero-practicante de Algar en1917 y fue en 1918, en pleno apogeo de la epidemia gripal, cuando sobresalió su figura por su denodado esfuerzo en favor de los afectados.

Su gran labor y dedicación, fueron reconocidos también públicamente por el ayuntamiento, según consta en acta de la sesión de 1 de diciembre de 1918, en la que se acordó iniciar los trámites para la concesión de la Cruz de la Beneficencia Pensionada y la concesión de una gratificación de 225 pesetas por sus servicios prestados durante la epidemia. Don Enrique Gómez Tárrega falleció en Algar el 25 de agosto de 1922, a la edad de 50 años.