Un año después de su reapertura, la planta de Thyssenkrupp Galmed en Sagunt cerró el pasado ejercicio con una facturación de 38 millones de euros y un beneficio de explotación de 4,7 millones. Estos datos, publicados por el diario Expansión, han permitido además ir recuperando buena parte del empleo previo al cese de su actividad en 2013 que entonces era de 165 trabajadores. La planta retomó su actividad productiva con una plantilla de 70 personas y en la actualidad esta cifra se ha elevado hasta las 124.

Esto ha permitido, según estas informaciones, el regreso de la mayor parte de los trabajadores que fueron recolocados a otras plantas de Alemania durante la inactividad de la fábrica saguntina. Con todo, en el momento de hacer balance del pasado ejercicio, todavía quedaban el aquel país. Además, el grupo reconocía que mantenía abiertos algunos litigios pendientes relativos a todo este proceso.

Con todo, el propio grupo Thyssenkrupp destacaba en su memoria anual los buenos resultados de la planta saguntina al subrayar la incidencia que en sus resultados han tenido las ventas al sector automovilístico.

Estos resultados se dan en un momento en el que grupo aleman se encuentra inmerso en un importante proceso de cambio determinado, entre otros factores, por el proceso de fusión con el grupo indio Tata Steel. La operación debería consolidarse a lo largo de este año y permitiría crear un macrogrupo siderúrgico con unos ingresos estimados en 15.000 millones de euros, lo que le confirmaría como la segunda corporación siderúrgica europea detrás del grupo ArcelorMittal.

El proceso coincide con los cambios de modelo y estrategia impuestos por el máximo ejecutivo de la corporación alemana Heinrich Hiesinger, tendentes entre otros aspectos a una mayor descentralización. En este contexto, el pasado abril Galmed aprobó en abril su transformación en sociedad de responsabilidad limitada.

Presiones de un fondo agresivo

Sin embargo, los cambiós promovidos por Hiesinger están siendo siendo cuestionados por la entrada en escena del agresivo fondo inversor norteamericano Elliot Management que tras asumir un paquete de acciones de Thyssenkrupp intenta influir en la marcha de los cambios en proceso. E incluso están cuestionando los términos en que estaba planteándose el proceso de fusión con Tata Steel.