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Festival de teatro en Sagunt

Aquel verano de 1978

El primer festival de teatro en Sagunt surgió con la intención de alejarse del «rancio oficialismo»

Aquel verano de 1978

Hace unas semanas Sagunt a Escena bajaba el telón. Cerca de 18.000 espectadores pasaron por su programación, poniendo de manifiesto la consolidación de un proyecto que, sin embargo, sigue teniendo importantes retos. La escasa financiación no es el menor de ellos. Quizás haya sido esta mirada puesta en el futuro lo que ha hecho que pasara desapercibido una fecha clave en su historia. Y es que en 2018 se conmemoran los 40 años de la primera semilla de este festival.

En realidad, las representaciones dramáticas nunca han estado ausentes del Teatro Romano. Durante el franquismo, se programaron obras en este espacio al calor de los Festivales de España, con un componente de clasicismo de cartón piedra al gusto del régimen. Aquí estrenará José María Pemán en junio de 1954 La Destrucción de Sagunto con música de Joaquín Rodrigo, un tipo de representaciones esporádicas que se harán habituales en los veranos saguntinos.

Sin embargo, será en el tardofranquismo cuando comience a plantearse la posibilidad de dotar al Teatro Romano de una programación estable. En mayo de 1974, responsables de la dirección general de Teatro, dependiente del Ministerio de Información y Turismo, visitan la ciudad para estudiar su posible conversión en sede estable de los Festivales de España. Pero será en plena transición cuando la perspectiva de revitalizar el espacio parezca más cercana. Especialmente después de que en febrero de 1978 el ministro de Cultura, Pío Cabanillas, anuncie una inversión de 10 millones de pesetas.

Tras varios veranos fuera de los Festivales de España, el Ayuntamiento de Sagunt solicitará ayudas al ministerio para programar un festival en el teatro. Detrás estaba el proyecto de la entidad Studio de València, dedicada a la organización de eventos culturales. Su director, Vicente Vergara, y Miguel Ángel Belinchón, dos jóvenes programadores del Teatre València-Cinema, sala de referencia para la cultura antifranquista, quieren consolidar en Sagunt un festival de verano alejado del oficialista olor rancio de la época.

Negocian, con la colaboración de José Gandía Casimiro, con el director general de Difusión Cultural, el valenciano y mecenas del jazz Eduardo Ballester, el mínimo apoyo de un ministerio de Cultura ávido por entonces de propuestas aperturistas: una ayuda de 250.000 pesetas, unos 1.500 euros actuales. También acuerdan con el Ayuntamiento de Sagunt la participación de la comisión de fiestas en la programación. Nacían los Festivals d'Estiu al Teatre Romà de Sagunt, con colaboradores como la Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos y la Conselleria de Cultura del recién creado Consell del País Valencià.

El 3 de julio, Cartelera Turia publicaba un editorial que dejaba claro el objetivo: convertir el teatro romano en un «espacio vivo», en una «escena viva», pero «huyendo al mismo tiempo del chabacanerismo y del arqueologismo». El programa plasmaba ese espíritu renovador y modernizador. Figuraba en él una obra clásica, Las bacantes, estrenada ese año en Mérida. Pero esta vez la adaptación de Eurípides corre a cargo de un filósofo que comenzaba a ser conocidos, Fernando Savater.

Pero junto al clásico aparecían en el cartel María del Mar Bonet, Sisa, Lluis Llach, Joan Manuel Serrat, Ovidi Montllor, La Bullonera, Claudina y Alberto Gambino, Victor Manuel y Ana Belén, Massiel o Mocedades. El teatro ofrecía propuestas tan dispares como La Trinca, el Pequeño Teatro de Valencia o una obra de Bertolt Brecht. La danza también estaría representada por el ballet de Eva Borg. El festival se prolongaba del 30 de junio al 5 de agosto.

Aquel programa no estuvo exento contratiempos. El más grave fue la suspensión de Las bacantes al no llegar alguna de las subvenciones. El entonces delegado en Sagunt del diario Levante, Manuel Chover, fue muy criticó en un artículo: ¿Será el teatro romano el centro cultural veraniego del País Valenciano? En él, mostraba su extrañeza porque «todo un ministerio no pueda subvencionar la representación, máxime cuando el propio titular, don Pío Cabanillas, prometió hace unos meses que serían destinadas importantes sumas, concretamente 10 millones, para la promoción del patrimonio histórico artístico saguntino».

La experiencia volvería a repetirse en 1979, con una línea de programación similar, con nombres tan populares como Nacha Guevara o Denis Roussos. Después el festival afrontó un corto paréntesis, pero regresaría muy pronto, en 1981. Aquel verano Sagunt a Escena echaba oficialmente a andar.

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