La ilusión y las esperanzas renovadas que ha llevado al PSPV-PSOE de Sagunt la candidatura de Darío Moreno a la alcaldía de Sagunt se palparon el sábado en el Teatro de Begoña del Port de Sagunt. Medio millar de personas abarrotaron el salón y demostraron que el socialismo sigue muy vivo en la ciudad ante dos nombres propios del partido: El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el máximo responsable de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig.
El socialismo volvió así a exhibir músculo en la capital de El Camp de Morvedre, después de unos años de crisis interna que hace sólo cuatro años llevaron incluso a la disolución de la agrupación y se tradujeron en el peor resultado de su historia democrática en Sagunt, al obtener sólo tres concejales. «Esto algo increíble. Hacía muchísimo tiempo que no veíamos algo así», admitían a Levante-EMV veteranos militantes, que recordaban los mejores años del partido, en los que arrasaba en votos, lo que le dio las alcaldías de Manuel Carbó, José García Felipe, Manuel Girona e incluso, con un gobierno tripartito, la de Gloria Calero.
La hija del que fuera alcalde desde 1979 a 1983, Nuria Carbó, abrió el acto con palabras cargadas de admiración, confianza y cariño hacia un Moreno que reunió a socialistas de toda la comarca, desde numerosos alcaldes, incluido el presidente de la Diputación de València, Toni Gaspar, a los exaltos cargos y «la vieja guardia» del partido.
Ante este auditorio lleno y con mucha gente de pie, Moreno reiteró su apuesta por volver a conectar con la ciudadanía, «escuchar a todos» y hacer propuestas «siempre realistas». También pidió para Sagunt el espíritu de los dos presidentes: El «empeño» de Puig para abrir nuestra comarca a empresas del más alto nivel y el «no caer en la descalificación y responder a los insultos con propuestas», de Zapatero, dijo tras alabar la labor de este último «con logros» como las leyes de Violencia de Género, Memoria Histórica, Igualdad, Dependencia o electroimán igualitario. Igualmente, anunció medidas para luchar la desigualdad, como le emplazaron tanto Puig como un Zapatero que se mostró ocurrente, cercano y crítico, pero también arrancó sonrisas en una noche inolvidable para muchos.
