Psicótico es como el niño: lo tiene todo, no tiene nada. Es una mezcla asombrosa de omnipotencia y fragilidad. Por eso necesita un cariño delicado, grave. 24 horas. 365 días. Y no es justo que esta carga la lleve la familia en solitario.

Trabajo quince años como psiquiatra en esta comarca y conozco lo que significa esto.

Visito estos días a un paciente en su casa, B., porque lleva un año sin salir. Como sus padres, me estrello un día y otro en convencerle de que se dé una vuelta. No le falta una pierna ni un brazo, sus articulaciones son jóvenes, ningún dolor lo ata al sofá color pistacho donde me recibe con una sonrisa remolona. Sus ojos se alegran de saludarme, nos conocemos diez años.

Cada mañana está preparado para convencerme de que él ha curado su esquizofrenia, niega que las miradas le hagan daño, que tenga miedo de salir. El combate queda siempre en tablas. Y él me despide clavado otra vez a su sofá color pistacho.

Nos gustaría verle en el centro de rehabilitación CRIS que abrió en Puzol en 2015, pero vive a 13 kilómetros de distancia y ningún microbús pasará a buscarle a la puerta de su casa. No hay tal microbús, la administración nos lo niega porque no podemos demostrar que B. sufre «movilidad reducida».

El enfermo mental es doblemente inválido porque sufre una herida invisible. Y la administración: doblemente ciega. Hay un ítem que falta en la escala con la que se los evalúa en el Instituto Nacional INS. Esta falta tiene atado a B. a su sofá color pistacho. Y a su familia a la desdicha que no acaba.

En el 2015, los familiares de varios enfermos como B. se agruparon bajo el nombre de Aprosam para superar estas barreras. Es una asociación joven, pero ha fatigado ya muchos despachos de la administración, muchos apretones de manos, varias sonrisas, un largo catálogo de excusas. Demasiado largo.

Este miércoles 5 de junio celebrará en el Hospital de Sagunto su segunda Jornada de Aprosam bajo el título «Recursos disponibles tras ser diagnosticado de una Enfermedad Mental Grave». Participarán los Servicios Sociales municipales y de la Consellería de Sanitat, así como la directora del CRIS de Puzol y diversas personas implicadas en la red de viviendas tuteladas concertadas.

Puede sonar ajeno o triste, pero una de cada cuatro personas ha pasado o pasará a lo largo de su vida por un trastorno mental. Una de cada cuatro. Si no lo hace, posiblemente conozca o quiera a quien lo pasa o va a pasar y se convierta en un cuidador, directo o indirecto.

Por eso queremos que este miércoles, a partir de las 16,30 horas, el salón de actos del hospital esté hasta los topes.

Porque la salud mental es cosa de todos.