Si algo bueno atesora el PSPV en las dos últimas legislaturas es una extensa nómina de jovenes alcaldes y alcaldesas. Ello provoca que cualquier movimiento interno en el partido de estos cachorros sea interpretado en clave de aspiraciones para suceder a Ximo Puig al frente del partido y en la candidatura a la presidencia de la Generalitat.

El melón lo abrió el propio Puig en el último congreso nacional, en 2017, al anunciar públicamente que sería su último mandato. El próximo cónclave deberá convocarse entre 2020 y 2021. Eso significa que el debate de la sucesión va a ser inevitable. A no ser que Puig dé marcha atrás. Ha amagado con ello para intentar abortar un debate que contamine la gestión del Consell.

Pero en las filas socialistas cualquier movimiento se lee ya en esa clave. Ha pasado con la unión de dos viejos alartistas como Josep Moreno y el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, o con la designación por Puig de Arcadi España, su hombre de confianza, para una conselleria. También las últimas maniobras de los secretarios provinciales de Castelló y València. Gaspar es aliado de otro joven con aspiraciones, el alcalde de Mislata, Carlos Fernández Bielsa. De la diputación, para desmemoriados, cayó quien tiene el perfil más claro de delfín, Jorge Rodríguez, hoy fuera del PSPV.