Los mosquitos tigre se han apoderado de la urbanización de Sant Esperit de Gilet. Así lo siente por lo menos un grupo de vecinos de esta zona en plena Sierra Calderona, donde «llegamos a acumular hasta 18 picaduras en un fin de semana y eso con las ventanas cerradas y casi sin salir a la calle. La verdad es que se quitan las ganas de venir al chalé, porque tenerlo en estas condiciones no merece la pena», según denuncia una de las afectadas en palabras a Levante-EMV.

Y lo peor es que no se trata de un caso aislado que se haya detectado durante estos días, ya que «llevamos así varios años». Esta población de aedes albopictus, incluido en la lista internacional de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas, «está creciendo en nuestra urbanización, porque no se hace ningún control. El insecto autóctono, que molestaba en momentos muy concretos del día, casi ha desaparecido, mientras el mosquito tigre sigue campando a sus anchas», según añade esta vecina de Sant Esperit.

Desde el ayuntamiento, como ya han confirmado a este grupo de afectados, creen que su trabajo esta hecho, ya que, según explica el alcalde, Salva Costa, a este rotativo, «el ayuntamiento se ha puesto en contacto con la empresa que tiene concedido el servicio -la Compañía de Tratamientos de Levante (CTL)- que está haciendo las tareas de prevención en varias fases».

En cualquier caso el socialista, que asegura que no tiene constancia de un foco de mosquito tigre en Sant Esperit, aunque reconoce que «ha llegado alguna queja» al consistorio, insiste en que «este tipo de problemas se genera en las propiedades privadas con el estancamiento de agua en las piscinas en desuso, los platitos de las macetas o los imbornales». Además, Costa recuerda que en la página web del ayuntamiento se mantiene la información que ya se ofreció el año pasado sobre este insecto, su forma de actuar y reproducirse, los métodos para evitar y aliviar la picadura, así como los sistemas de eliminación de los focos de cría.

Mientras tanto, los vecinos de Sant Esperit «estamos acribillados, aunque en nuestra propiedad fumigamos dos veces al año. El ayuntamiento dice que toma medidas en las zonas comunes, pero resulta evidente que no son efectivas». Estas fuentes señalan que «supongo que los mejores tratamientos son más caros, pero esto se ha convertido en una cuestión de salud pública». De hecho y según relata, un conocido fue recientemente al dermatólogo después de un fin de semana en la urbanización de Gilet y «le reconoció que, por la cantidad de picaduras, el caso ya se trataba de un problema sanitario».