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Iniciativa

Benavites rescata su pasado en el mundo de seda

La población se adhiere a una red de municipios con tradición sedera e impulsa la puesta en valor de un legado con casi 300 años de historia

Benavites rescata su pasado en el mundo de seda

El trabajo de la seda ha dejado todo un legado histórico que Benavites ha decidido recuperar. Tanto a nivel arquitectónico como medioambiental, el paisaje de la Vall de Segó deja pistas de ese pasado, pues la zona cuenta todavía con numerosas moreras, además de partidas agrícolas definidas con ese topónimo; todo un legado que mantiene vigente la herencia de lo que supuso el comercio de la seda y que Benavites ha optado por poner en valor, tras adherirse a la red de municipios «Seda Creativa».

«Incorporarnos este entramado internacional nos permite avanzar en promoción y atractivo turístico; el reconocimiento de este tipo de valores patrimoniales compartidos con muchos otros pueblos del mundo favorece la proyección de Benavites», apuntaba el alcalde, Carlos Gil, respecto a este organismo que pretende generar nuevas Rutas de la Seda en clave de paz.

La existencia de numerosas casas en su centro histórico con una parte superior donde llaman la atención pequeñas ventanas de ventilación muestra la importancia que tuvo la producción de la seda en la localidad.

Este tercer cuerpo conocido popularmente como «més amunt» se destinaba a la cría de los gusanos y al mantenimiento de la hoja de la morera en buen estado.

Tal y como apunta el cronista de la localidad, el archivo municipal de Benavites constata en 1723 la primera relación de los vecinos que pagan impuestos por tierras con moreras. En esta misma línea de consolidación documental del proyecto, Jesús Peñarrocha constata la existencia de una serie de limosnas que provienen de dicho comercio, la «plega de la seda», recogido en 1801 en el Libro de Fábrica de la Parroquia. «El dato más significativo lo encontramos en el archivo de Benavites, donde se constata que 72 contribuyentes de Benavites pagaban por la producción de la morera.

«La Contribución General del Reyno de Valencia recoge la constatación de 2,02 kilómetros cuadrados, 2.847 pies de moreras con una producción de 1.387 arrobas de hoja por un valor de 2.050 reales de vellón», añadía el cronista de Benavites, Jesús Peñarrocha.

Paisaje

El recorrido por la Vall de Segó permite al visitante observar la existencia no sólo de moreras históricas como las existentes en la Font de Quart. También hay en los caminos de conexión con las playas tanto de Quartell como de Benavites, en diversos molinos, así como en múltiples puntos donde, a pesar de que han dejado de cultivarse como eje productivo, se mantiene su valor ornamental.

El propio Cavanilles en sus observaciones contemplaba El Camp de Morvedre junto a l'Horta y la Ribera como productores sederos. «Valencia se hallaba situada en el seno de un inmenso bosque de moreras», tal y como afirma el botánico en su estudio. Y es que el núcleo productivo ubicado alrededor de València estaba flanqueado por tres áreas colindantes en las que la producción sedera alcanzaba cierta entidad.

Los vecinos de la Vall de Segó buscan ahora en sus ancestros la constancia de esa Ruta de la Seda y la existencia de mantones de manila u otras prendas que muestran la opulencia de esa producción sedera.

Éste es el caso de Amparo Caballer, una vecina de Quartell que guarda como un tesoro un bordado realizado de más de 200 años por una familiar de su marido, Rosa Ribelles, así como un cojín y otras prendas donde se confirma ese saber hacer «perfeccionista y esmerado de una época en la que no había ni luz eléctrica», confesaba con admiración, contenta además de que se quiera poner en valor todo ese legado.

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