Siguen siendo pocas y apenas llegan al 10% de la plantilla actual. No obstante, las mujeres han ido ganando cada vez más presencia en la Policía Local de Sagunt desde que, hace 30 años, la ahora oficial Pilar Navarro entrara en su plantilla «como un agente más» en un momento en el que ni siquiera había vestuarios para chicas.

«La verdad es que, en la calle, había gente que se sorprendía mucho al verme. Les chocaba que fuera una mujer. Pero con mis compañeros nunca he tenido problemas», contaba tras haber sido también la primera mujer en la escala de mando de este cuerpo y pasar por todo todo tipo de servicios antes de estar ahora en la patrulla de los motoristas, en la sección de Tráfico.

Aunque al principio era la única mujer en el cuerpo, al poco tiempo se incorporó Celia Cosín, que también ha sido una «todoterreno».

Tras ellas llegó Nuria Bru, la única que con Navarro es también oficial y ahora se ocupa de la sección de Movilidad Urbana. «A mí no se me ha podido olvidar cómo un niño me vio uno de los primeros días en el paso de peatones y le dijo a su madre sorprendido: ¡Mamá, mira, es una chica!», comentaba. «Muchas señoras mayores también nos decían que no nos metiéramos en líos y algunas aún nos lo dicen, pero bueno...», añadía tras haber hecho todo tipo de servicios como policía.

Esta «polivalencia» es común a otras compañeras del cuerpo, que también han pasado por distintas unidades. Sin embargo, no falta quien tiene claro que «prefiere estar en la calle», como Isabel Ávila, que lleva unos 20 años de experiencia y está «en la sección de Seguridad Ciudadana», como explica mientras los ojos le brillan de una forma especial.

Esa evidente vocación no es un caso aislado. Y eso que muchas aseguran no haber tenido referentes familiares hasta llegar ahí. «Desde pequeña ya quería dirigir el tráfico», contaba Isabel entre risas mientras la agente Natacha Paredes afirmaba que «sólo ha sido una coincidencia» el haber compartido profesión con su prima, la oficial Nuria Bru. «Yo quería presentarme para ser Policía Nacional, pero un amigo me hizo ver que aquí iba a poder estar siempre cerca de casa y allí igual me enviaban a cualquier lugar de España. Así que me decidí por esto», comentaba Pilar Navarro.

Acostumbradas a responder ante cualquier servicio, la asignatura pendiente que ven es la conciliación familiar, por mucho que haya habido avances. «Eso es una bonita utopía», decía Isabel, aunque rápidamente añadía: «Hay que reconocer que ahora es todo más fácil que hace 10 años. Es verdad que se nota que ha habido mejoras, pero queda mucho por hacer a ese nivel», apuntaba tras vivir en primera persona esas dos épocas como madre y policía.

Otro reto es ascender más posiciones en la escala de mando, algo que requiere volver a examinarse, pero que algunas están dispuestas a intentar para así romper «más techos de cristal»; otro de esos que rasgó Pilar Navarro en septiembre de 1989, como se reconoció el pasado mes de octubre, al distinguirla como primera mujer que entró en el cuerpo.

Todo tipo de intervenciones

Al echar la vista atrás, entre sus muchos servicios realizados, no faltan intervenciones por casos de violencia machista que les han dejado huella, unos casos donde su condición de mujer ha propiciado «una mayor complicidad» con las víctimas, según afirman. «Quieras que no, siempre se abren más al vernos a nosotras. Pero, en general, yo creo que en todos los servicios, es bueno que haya mujeres policía. Tenemos otra manera de hacer las cosas. Otra visión diferente», contaba Pilar en algo que ratificaban sus compañeras, sobre todo, después de que Nuria recordara un caso también muy especial: Cuando ayudó a dar a luz a una mujer que se puso de parto en un coche, de madrugada, cuando iba hacia el hospital; una historia «de las bonitas» que, según coinciden, siempre ayuda a compensar los malos tragos «que no faltan en la vida profesional de cualquier policía», sea hombre o mujer.