Antes de escribir estas palabras sepan que he pensado, durante mucho tiempo, lo que haría o diría cuando todo volviera a la calma. Y, mientras mi corazón deshecho por los duros momentos atravesados me decía: «Haz borrón y cuenta nueva», mi mente fría y reflexiva me indicaba: «Acaba con todos esos fantasmas del pasado que quisieron acabar con tu carrera política».

No suelo hacer este tipo de reflexiones en este tipo de medios pero lo cierto es que es el único canal que tengo para poder defender mi honor ante falsas acusaciones basadas en la inquina a veces generada por la envidia y en ocasiones porque el «escorpión» actúa con maldad por naturaleza ( lease el cuento de la rana y el escorpión).

1.210 días han pasado desde aquel fatídico 19 de octubre de 2016. El desconcierto, la falta de información, el no saber que estaba pasando en el Ayuntamiento y la mala imagen que estaba provocando para nuestra ciudad fue de tal magnitud que dudo que nadie de mis compañeros ni yo misma podamos olvidar. Curioso que antes de que la UDEF entrara en el ayuntamiento, las cámaras de «La Sexta» ya estuvieran preparadas para hacer de guionistas de una historia que nos costaría la Alcaldía y de la que ciertos partidos políticos se aprovecharon cruelmente.

A pesar de ello, tenía la conciencia tranquila y confiaba en que la justicia actuara en consecuencia y aclarara lo sucedido tal y como ha ocurrido.

La Juez, en el conocido 'Caso Flotador', en el cual nunca he estado implicada, dictaba a principios de semana el archivo y sobreseimiento del caso «al no haber quedado suficientemente acreditado que los hechos sean constitutivos de infracción penal».

Lejos han quedados los mensajes y llamadas de familiares y amigos preguntándome: «¿estás bien? ¿Qué está pasando? o mi traslado de oficina por parte del jefe de zona de la empresa para la que trabajo (pensando siempre en mi bienestar personal y laboral).

Y es que, no se pueden hacer ni una sola idea de lo que me afectó toda esta situación tanto a nivel personal como profesional sin tan siquiera estar imputada pues, al menos, hubiera tenido la oportunidad de demostrar mi inocencia.

Por fin la justicia ha hablado. Ahora, solo espero que todas aquellas personas, si así se pueden considerar, medios de comunicación e incluso aquellos vecinos que aseguraron verme salir de mi domicilio a las tres de la tarde «con un carro de la compra lleno de papeles y algo nerviosa» salgan a rectificar y reparar todo el daño causado, tanto a mi familia como a mi honor.

Gracias a la gente que no tuvo ningún mínimo de duda sobre mí y me apoyaron desde el primer momento así como a mi familia y «determinados» amigos que han estado soportando injurias y calumnias durante tanto tiempo.

Y para todos los que, a fecha de hoy, siguen pensando que «soy una ladrona y que me he llenado los bolsillos de billetes a costa de los vecinos», le pido al señor: «Padre, perdónales, porque no saben lo que se hacen» (Lucas 23, 34). No saben lo que hacen pues para saber primero hay que conocer al otro, y ahí anida la gran pobreza de este mundo que descarta a todos quedándose con unos pocos.