El riesgo a desprendimientos y hundimientos en un edificio de Sagunt hizo que los técnicos de Urbanismo del ayuntamiento ordenara ayer apuntalar otros cuatro pisos. Se trata de unas viviendas colindantes a las que este jueves tuvieron que ser reforzadas de emergencia por los bomberos, en una actuación que obligó a desalojar a una decena de vecinos, tal y como informó Levante-EMV.

Los residentes en el edificio pudieron volver ayer a sus casas, después de comprobar el arquitecto y la aparejadora municipal que no había riesgo tras la intervención de los bomberos. Aún así, para evitar situaciones de peligro, desde el consistorio se ordenó apuntalar las cuatro viviendas del patio colindante.

«Yo ahora tengo todo el comedor lleno de puntales, pero estoy más tranquila ahora que antes», explicaba a este diario la vecina que más de cerca está sufriendo los desprendimientos que dieron la alarma este jueves. «Mi piso está justo debajo de uno que lleva vacío mucho tiempo. Hace 3 años ya se cayó parte de su balcón al mío, así que el mío lo tengo apuntalado desde entonces. Luego, desde hace año y medio se han caído trozos de su techo y yo no paro de oír ruidos de cascotes que caen», explicaba a este diario Dolores, una mujer de 78 años. «Desde luego, si lo del balcón llega a pillarme tendiendo, me mata», añadía preocupada mientras mostraba otras grietas que tiene en dos habitaciones. «Mira que le hemos pedido al dueño que lo repare, pero no hay manera», decía resignada.

Después de que un vecino informara de estos sospechosos ruidos tanto al departamento municipal de Urbanismo como al mismo alcalde, Darío Moreno, el arquitecto y la aparejadora municipal acudieron este jueves a inspeccionar el edificio. Por ello, al ver el riesgo existente, movilizaron a los bomberos al creer necesaria una intervención de urgencia. «Cuando a los vecinos les dijeron que tenían que desalojar y que, si no se iban, les sacaría la policía, la gente se extrañó mucho, pero es mejor tener los puntales en casa que arriesgarte a hundirte», decía otro afectado, agradeciendo la rápida actuación de emergencia, pero lamentando que los técnicos de Urbanismo no hubieran acudido antes «pues ya hace tiempo que estoy avisando».

La finca afectada está en la calle Caruana y fue construida en el año 1955, con un patio común. Como hace unos años salieron unas grietas en unos balcones, un residente colocó dos puntales que ahora el consistorio ha repuesto, pues uno de ellos fue robado hace alrededor de año y medio.

Ante el deterioro de todo el edificio y la falta de acuerdo entre los vecinos para acometer la necesaria rehabilitación, el ayuntamiento ya tiene en marcha una orden de ejecución para obligar a hacer los trabajos; una orden que, tras lo ocurrido, deberá ampliarse. Así, en caso de que no se hagan las obras, las impulsará el consistorio y luego pasará la factura a los dueños; una opción que no gusta a muchos residentes «porque siempre saldrá más caro», pero a la que se verán abocados si no llegan a una solución pactada y realizan la obra por su cuenta.

Aunque a media tarde de ayer había al menos un vecino sin poder entrar a su casa por lo que resultó ser «un malentendido», la alcaldesa en funciones María José Carrera acudió al lugar junto a los ediles Natalia Antonino y Alejandro Sotoca por lo que, al final, le dieron una solución.