Dignidad, recuerdo y una emotiva despedida, 81 años después de ser fusilado. Todo esto recibió ayer en el cementerio del Port de Sagunt Mariano Pinilla Pinilla, uno de los más de 2.200 acribillados en el llamado «Paredón de España» de Paterna después de que Franco diera por finalizada la Guerra Civil el 1 de abril de 1939 e iniciara una brutal represión.

Mariano Pinilla Pinilla fue uno de aquellos que se confió por no haber derramado sangre y acabó condenado a muerte en junio de 1939 tras un simulacro de juicio. Sindicalista de la CNT, fue fusilado el 28 de julio junto a 38 personas más. Atrás dejaba una viuda y cinco hijos, además de dos mensajes que trasladó por carta a su primogénito, de 15 años: «El papá de lo único que se ha preocupado siempre ha sido de hacer mucho bien a todo el mundo, que es lo que quiero que hagáis vosotros€ Estoy sereno pero pensando en la injusticia que cometen», le escribió además de pedirle que no dijera a nadie «ni una palabra».

Tras décadas de «ley del silencio», familiares y amigos dejaron claro ayer que no quieren ser los únicos en poder «cerrar heridas», sino que hay aún miles de personas en fosas comunes y cunetas, que esperan memoria y respeto.

«Para sus dos hijos que aún viven ha sido un descanso extraordinario saber que los restos de mi abuelo ya reposan junto a los de su mujer. Tenían 4 y 8 años cuando a él lo mataron; ahora, 84 y 88. Es una manera de quedarse en paz», decía el portavoz de la familia, Paco Pinilla, tras una ceremonia llena de momentos emotivos que dieron salida al dolor y a muchas lágrimas contenidas pues no faltaron testimonios, poesía, música en directo y símbolos.

Esta cálida despedida fue posible, según se destacó, «gracias a las Leyes de Memoria Histórica, a la implicación de la Diputación con la encomiable labor de Rosa Pérez, a la lucha de las asociaciones memorialistas y Arqueoantro, por su riguroso trabajo en la exhumación e identificación de las víctimas», recalcó un representante de la familia además de resaltar la labor de Amelia Hernández, presidenta de la asociación de familiares de la fosa 22, que promovió la exhumación de ese lugar donde acabó el cuerpo de Mariano y más de 30 personas.

El acto contó con la presencia de Matías Alonso, coordinador del Grupo por la Memoria Histórica de Valencia, que remarcó la enorme tarea pendiente pese a los avances logrados y de la involución instigada por la ultraderecha.

Antes quienes cuestionan estos procesos, el nieto de Mariano Pinilla era contundente: «No se trata de buscar revancha, ni averiguar quién le delató. Solo poder darles una sepultura digna». Con estas convicciones cada vez más reforzadas, él no se va a callar y en breve continuará dando testimonio en centros de enseñanza «para que la gente sepa la verdad y conozca esa planificada matanza que hizo el régimen de Franco una vez acabada la guerra. Ese extermino del vencido, esas amenazas, esa precariedad económica y ese clima de terror que hace que muchos aún tengan miedo de hablar».

«Seguiremos luchando para que un día se haga justicia, se conozca la verdad y para que la reparación de la memoria de todos los que sufristeis la barbarie de la represión franquista sea una realidad», resaltaron los familiares del sindicalista en un acto donde, además de algunos de ellos, intervinieron el investigador Buenaventura Navarro, Enrique Ruiz y Pedro Luis Alonso, mientras en la cabeza de muchos resonaba el cóctel de emociones vivido bajo los acordes de Ada Rey y Vicente Angulo.