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Investigación

La voz doblemente silenciada por mujer y roja

Una investigación rescata la historia de mujeres de Canet condenadas por robo con agravantes como «saber conducir», «vivir amancebada» u «organizar orgías»

La voz doblemente silenciada por mujer y roja

La voz silenciada de las hijas que quedaron sin padres, el grito de las mujeres ante la fosa de sus maridos, la búsqueda desesperada de quienes no saben donde yacen sus muertos y la prisión para muchas de ellas son algunos de los ecos, también silenciados, por la maquinaria del franquismo y la represión.

Mujeres represaliadas por el mero hecho de serlo; algunas de ellas doblemente: por ser rojas y mujeres; viudas a pie de fosa que han seguido clamando hasta nuestros días y muchas con cargas familiares que tuvieron que luchar por salir adelante en un panorama hostil del que fueron relegadas sistémicamente. Una investigación rescata múltiples documentos, testimonios e historias de vida de mujeres con voz propia en el proceso de lucha por la democracia.

«La voz de las silenciadas debe salir a la luz. He constatado la existencia en Canet de numerosas mujeres perseguidas, castigadas, represaliadas que, aunque físicamente no estuvieron en la tumba, tuvieron que vivir la crueldad en primera persona», apuntaba Carme Antoni, investigadora de Canet d'En Berenguer.

Las caneteras Amparo Antoni Abad y su madre Josefa Abad Marzal fueron condenadas en el Proceso Sumarísimo de urgencia de junio de 1939 junto a otras seis mujeres. Tras ser acusadas de robo en determinadas viviendas de Almenara según el sumario, ellas mantuvieron que se trataba de objetos de su propiedad. «Su expediente carcelario sumarísimo está lleno de descalificaciones incriminatorias de contenido moral como "vivir amancebada", "organizar orgías" "deslenguada", "falta de moralidad"; "ideas extremistas" entre otros como afiliada al PSOE».

El consejo de Guerra celebrado el 29 de abril de 1940 constata como Josefa Abad y su hija son juzgadas por el código Militar y acusadas de auxilio a la rebelión y condenadas a 12 años y un día con agravantes. «Los agravantes solían ser sumamente particulares como saber conducir, haber dado sangre a los combatientes, vestir mono, correaje y pistola». A Amparo se le conmutó la pena por seis años pero su madre salió de la cárcel a los 61 años.

La necesidad de escuchar la voz de la mujer en la recomposición de la memoria histórica es fundamental para ser justos y no volver a caer en una visión sesgada de la historia. En esta línea Canet ha querido rendir un homenaje a la mujer que sufrió la violencia, la represión, la humillación, el silencio y el olvido. Tanto es así que en su investigación «Dones i repressió franquista. Dues vegades víctimes: per ser roges, per ser dones», Carme Antoni recoge testimonios y biografías de mujeres presas, castigadas por el hecho de ser mujer; otras que se vieron obligadas a alimentar a sus hijos y sacar adelante su familia y muchísimas que tuvieron que vivir la desaparición de sus maridos.

Viudas que han esperado a pie de fosa la exhumación de los huesos de sus parejas; numerosas mujeres obligadas al exilio e incluso hijas que tras el ajusticiamiento del padre ven cómo muere la madre y se ven recluidas a la Beneficiencia; es el caso de Berta, hija de Dolores Antoni y Román Ibáñez fusilado el 27 de julio de 1940 en Paterna. Esta mujer condenada al silencio y la injustica de la soledad pudo en 2017 vivir la exhumación de la fosa 127 y tras 80 años pudo decir: «pare, ja estic ací».

La necesidad de escuchar la voz de las sin voz es clave para no repetir la desigualdad ejercida hasta el momento en la investigación histórica que centra su atención en los fusilados y prisioneros que fueron hombres. «Incluso la mirada histórica focalizada la represión franquista tiene nombre de hombre en España; es hora de igualar y dignificar la situación», añadía Carme Antoni.

Entre los documentos de la Causa General de València, en el ramo separado de Canet del 21 de noviembre de 1940 se constata el nombre de 12 mujeres «sospechosas de delito», entre ellas Concepción y Trinidad Cortell o Amparo y Josefa García Antoni.

Cuando el silencio se consolida, la violencia del sistema ha vencido. Ante ello y tras más de 42 años de democracia en que se ha perpetuado este silencio, Canet opta por elevar la voz de quienes el régimen franquista arrasó doblemente. «No hay cifras que recojan las experiencias traumáticas que han sufrido las mujeres por su condición de ser mujer. La historiografía ha dejado en ocasiones, estas mujeres en el olvido. La fuente fundamental son los testimonios de las mujeres que lo vivieron y de quienes lo presenciaron. Solo la memoria sirve ahora para recuperar su voz. Así que mientras algunos se empeñen en perpetuar el olvido, nosotros nos encargaremos de recordarlas» concluía Carme Antoni.

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