Cuadragésimo sexto día de confinamiento. Y aquí nos encontramos, seguimos clausurados en

casa porque aún no sabemos cómo definir la curva. Esa curva de la que tanto se hablaba hace

4 semanas pero que en estas dos últimas parece que, como no la mencionamos, ha

desaparecido. Pero la realidad es que no ha desaparecido y, probablemente, en breve vuelva a

cobrar mayor importancia.

Cuadragésimo o día 46 de confinamiento, de clausura. Sí, y así nos encontramos porque

estamos todos juntos, unidos luchando contra este virus, contra esta pandemia para que, lo más

pronto posible, podamos volver a salir y a disfrutarla más aún de las cosas que, como antes

eran habituales, no les dábamos la importancia que tenían. Como somos responsables, aquí nos

encontramos.

¡Todo saldrá bien, estamos siendo responsables! Aclamamos con orgullo cada día a las

20.00h -aunque algunos/as tengan el reloj adelantado o la actividad neuronal amainada,

depende de cómo se mire- aplaudiendo a los nuestros, a nuestros/as sanitarios: médicos/as,

enfermeros/as, auxiliares€ repletos de cinismo, hipocresía, moral laxa y poca responsabilidad.

Veo una necesidad imperiosa y latente en el ambiente de recordar que tenemos una Real

Academia Española de la Lengua que cuida y ampara nuestro lenguaje y, en este caso, por

ejemplo, atribuye acepciones a conceptos y/o palabras como 'responsabilidad'. Según la RAE

(2020), la palabra responsabilidad tiene 4 acepciones -significados, vaya- y todos coinciden en

un punto: ''responsable'' -aunque también atribuyen términos como capaz de o moral-.

Ahora bien, el ansiado domingo 26 de abril de 2020, toda nuestra sociedad coincidió en un

punto también: ''Irresponsabilidad''. La cual pagaremos TODOS y TODAS. Con

graves, a la par que innecesarias, consecuencias. No es tiempo de atacar ni de juzgar, pero sí

de reaccionar, pero razonablemente.

Me sentiría engañada si cualquiera me dijese que no sabía que lo que ocurrió el domingo

pasaría, porque no es cierto. Esto solo me produce tristeza, aflicción, cólera. Obviamente a

todas aquellas personas que decidieron saltarse las normas estos adjetivos no están en su

vocabulario, -quiero pensar que es por falta lectura y no por falta de desarrollo del área de broca

en su cerebro o falta de maduración de su córtex-.

No vamos a buscar culpables, pero sí es de vital importancia reflexionar y plantearse qué es

peor, ¿tomar esta serie de medidas para generar bienestar -traduzco esto: votos-, confianza y

premiar lo que medio mundo está haciendo de manera responsable? ¿O tomar esta serie de

medidas siendo conscientes de las particularidades de la sociedad -como la irresponsabilidad y

el incivismo- para generar bienestar?

¿Sabéis qué? No soy una persona deontológica, de hecho, me considero una ciudadana cívica,

responsable y que reflexiona acerca de las normas que se proponen para actuar y salir de

situaciones como esta, una pandemia. Pero no basta con tener iniciativa, sino hay que tener

soluciones. Y no hablo desde el desconocimiento, porque criticar está muy bien, lo difícil es

proponer alternativas. Por eso no todo el mundo está cualificado/a para hablar -y menos si solo

usa un hemisferio-.

Sigo teniendo esperanza en la humanidad. Porque algún día comprenderemos que las

irracionalidades solo nos llevan a catástrofes y que, cuando se trata de algo colectivo y no

individual, las personas que cumplen y son responsables se ven afectadas y solo entonces es

cuando se pierde la inocencia, como diría nuestro querido Lazarillo de Tormes que, además,

fue golpeándose la cabeza, y se gana la astucia.

Saldremos de esta, por supuesto que sí. Más pronto o más tarde, pero saldremos y los

responsables lo haremos orgullosos/as y con la conciencia tranquila.