La masía de Barraix no es lugar precisamente pequeño. Con una parcela de más de 30.000 m2, este lugar donde solían veranear familias adineradas a principios de siglo XX posee dos inmuebeles y construcciones complementarias. Solo en uno de ellos hay diez habitaciones dobles que en su día fueron restauradas. Pero además, su inmenso jardín da opción a todo tipo de usos, en pleno parque natural de la Calderona y a escasa distancia del emblemático pico del Garbí.

«Es un lugar con muchas posibilidades», resumía a Levante-EMV el alcalde, Rafa Mateu. «Se puede usar para alojamiento o albergue, pero también para combinar varias cosas pues podría acoger desde un aula de naturaleza de educación ambiental a sede de las brigadas forestales», decía. «Es una lástima que tras una inversión tan fuerte esté cerrado, con las opciones que ofrece. Por eso queremos insistir en la necesidad de recuperarlo», añadía.