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La campaña arranca con un 25 % más de producción y mejores precios

El sector se muestra prudente ante la incertidumbre sobre cómo reaccionará el mercado

Almacén de naranjas en Les Valls, con nuevas mamparas para evitar contagios. c.m.

El sector citrícola está a la expectativa en una campaña incierta por las reacciones de los mercados al covid-19.

Con esta salvedad, la campaña arranca en El Camp de Morvedre con un 25 % más de producción respecto del año anterior, así como un aumento significativo del precio de venta de la fruta. Las primeras operaciones cerradas en agosto oscilaron entre los 0,41 y 0,43 céntimos el kilo, más IVA. Entre las ventas de clemenul se constata una media de 4,2 euros la arroba, incluso algunas operaciones se han cerrado a 6 euros.

La marisol lo ha hecho entre 4,20 y 4,80 euros por arroba, mientras que la oronul registra precios de 0,60 euros el kilo, como la clemenrubí entre 0,60 y 0,80 euros Esta dinámica de precios al alza no evita la preocupación de los comerciantes, ya que por el momento la respuesta del mercado en la coyuntura de la covid-19 es completamente incierta. «El precio que se paga en el campo no siempre responde al mercado. Hemos comenzado la campaña con precios elevados, que animan al agricultor, pero podría ser un arma de doble filo, ya que, si el mercado no sigue respondiendo así, pueden aparecer situaciones complejas. Deberíamos evitar planificar nuestras ventas en función de la campaña anterior, ya que hemos comenzado con precios elevados y ahora tenemos que confiar en que se mantengan», afirma José Antonio Gómez desde Tamasa en Quartell.

En contraposición, en agosto de 2019 se firmaron tratos a 0,28 euros el kilo, que llegaron finalmente hasta 0,35 en función de la respuesta positiva del mercado. Si bien las variedades tempranas, como iguasaki o clemenrubis, en esta campaña no están al 100 %, el caso de las clemenules es completamente diferente. «Las nuleras presentan una situación óptima, ya que se observa un buen nivel de maduración y su aspecto, piel y forma son geniales. Respecto del tamaño cabe destacar la necesidad de la aclarida; es decir, dejar naranja en el árbol para que coja tamaño. Por eso, en numerosas parcelas, durante el verano se ha tirado fruta. Buscamos el tamaño óptimo puesto que en este sentido el mercado es exigente», según Gómez.

En la semana previa al inicio de la recolección de la fruta, los almacenes preparan su maquinaria y ultiman las desinfecciones antes de una campaña marcada por la prudencia y la incertidumbre en los centros de trabajo y la imposibilidad de prever el desarrollo de los mercados nacionales e internacionales. «Es un momento de mucha incertidumbre; considero que va a ser una campaña compleja y ante todo esperemos que la evolución de la pandemia no se mantenga en los parámetros actuales», comentan.

En este sentido, y ante todo las empresas de manipulación de cítricos han preparado intensamente sus centros de trabajo para asegurar la seguridad y evitar riesgos laborales. «Nuestra prioridad es la salud; hemos instalado mamparas transparentes para fijar distancia entre las trabajadoras; el gel y las mascarillas se han integrado en nuestro proceso productivo y hemos establecido férreas restricciones de acceso y movilidad por el almacén. Hemos creado un plan de contingencia propio, porque cualquier contagio podría dejarnos indefensos», afirma Rafa Gaspar desde Ninfrut.

Los empresarios del sector citrícola de Les Valls preparan la inminente campaña de clementina con prudencia. «Nuestra prioridad es sacar la campaña adelante. En nuestra empresa ha primado siempre buscar la calidad de la fruta y garantizar nuestra presencia en el mercado. No obstante, este año velamos ante todo por la salud de nuestras trabajadoras. Somos garantes de las medidas de prevención sanitaria, hemos implantado mamparas de separación entre las manipuladoras, todas cuentan con su mascarilla y se ha instalado dispensadores de gel, además de extremar los sistemas de desinfección», según Ángel Arribas, gerente de Frutafro.

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