En plena pandemia mundial, cada día miramos con temor las cifras de contagios y fallecimientos por la Covid-19. Un problema sanitario y económico, que ha logrado sumirnos en un estado de desasosiego e inquietud, sin precedentes en el siglo XXI.

Pero en medio de esta guerra no podemos olvidar que tenemos otra gran batalla por lidiar. Una batalla que está dejando, desde hace siglos, ríos de sangre y miles de víctimas en todo el mundo.

Sí… Hablo de la Violencia de Género.  Un problema que nos atañe a todas las personas, sin excepción. La magnitud de éste es tan grande como las escalofriantes cifras que arroja. 41 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas en España, en lo que llevamos de 2020. Ya son 1.074 las mujeres asesinadas desde que empezaron a contabilizarse oficialmente en nuestro país en 2003. Y más víctimas: 293 menores huérfanos, desde 2003 hasta agosto de este año, además de varios casos en investigación.

En Sagunto, 166 mujeres son protegidas por la UFAM de la Policía Nacional y por el GAD, Grup d´Atenció Dones, de la Policía Local. Unidades de protección que complementan el servicio integral del Área de Igualdad, con información, acogida, asesoría psicológica y jurídica, además del acompañamiento de la víctima en todo el proceso.

Datos y cifras que constatan que estamos ante un grave problema social y político. Un problema complejo, estructural y multicausal. Un problema que nos preocupa y nos ocupa. Y ahí es donde quiero apuntar... justo al centro de la diana, porque estoy plenamente convencida de que todas las personas podemos contribuir a erradicar este tipo de violencia.

Desde nuestras casas, educando a nuestros hijos e hijas en valores de igualdad y respeto. Desde los medios de comunicación, ayudando a las audiencias a comprender la complejidad del proceso del círculo de la violencia y a hacer visible la gravedad del problema. Desde el ámbito social y cívico, alertando e informando a otras mujeres de que deben salir de esta situación y que existen mecanismos para ello. También desde las distintas administraciones, con campañas de información y políticas de igualdad.

No olvidemos nunca que no hay nada, absolutamente nada, que pueda justificar un maltrato. La causa radica en las relaciones de poder establecidas por el machismo, en virtud de las cuales el hombre cree que puede controlar y ejercer una dominación sobre la mujer.

La ruptura de la relación es la única manera de acabar con el ciclo. Y, aunque no es fácil, se puede conseguir con ayuda exterior.

Algo vital que no podemos perder de vista en esta batalla es que, a pesar de las dificultades y el largo camino que aún queda por recorrer, podemos ganarla si toda la sociedad remamos en la misma dirección y con un objetivo claro: «Ni una menos. Vivas nos queremos».