Entre mascarillas y medidas de seguridad, Albalat dels Tarongers retomó ayer la fiesta de su patrona después de un año de obligado parón por la covid-19.
Para muchos, este día de la Inmaculada era una jornada realmente especial después de días de preparativos.
Además de misa mayor y procesión, la gastronomía no faltó y al mediodía se guisaron 1.200 raciones de calderas en 7 grandes ollas que devolvieron el olor y el sabor tradicional. «Posiblemente, el ir a por la caldera era una de las cosas más esperadas, después de no haber podido celebrar la fiesta el año pasado. Son muchos años de tradición», apuntaba a Levante-EMV la alcaldesa, Maite Pérez, en medio de todo el reparto en el jardín del río y mientras varios concejales distribuían el guiso.
Además de estas calderas pagadas por el ayuntamiento, el consistorio preparó en días anteriores otros actos pensando en todas las edades.
Así, entre otros, se programó desde un taller de cerámica a un musical infantil y otro para todos los públicos. «Todo ha ido muy bien, la gente con mascarilla y respetando las medidas anticovid», apuntaba la alcaldesa, esperando que el parón vivido en 2020 pase a la historia como algo puntual y la fiesta pueda retomarse en 2022.
