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Reclaman que la Iglesia devuelva un campo que se apropió "por error"

Una familia de Estivella se siente engañada tras una equivocación a la hora de regularizar la donación que efectuó un antepasado hace medio siglo para la ampliación del cementerio parroquial

La vecina de Estivella junto al terreno contiguo al cementerio, motivo de la polémica. | DANIEL TORTAJADA

La certificación ante notario de una donación apalabrada hace medio siglo se ha convertido en un infierno para una familia de Estivella, cuyo mayor pecado es ser propietaria de los terrenos anexos al cementerio parroquial.

Todo comenzó en la década de los 70, cuando la buena relación de este clan con la Iglesia desembocó en la cesión gratuita de 718 m2 para la ampliación del camposanto. Con la intención, ya en 2011, de regularizar esta cesión, las dos partes acudieron al notario, sin saber, al menos la familia, que lo que en realidad se estaba donando no eran los terrenos ya ocupados por el llamado cementerio nuevo, sino otra parcela contigua, también de 718 m2.

La hija de la donante apunta en declaraciones a Levante-EMV que «estoy convencida de que tanto el sacristán como el párroco, que fueron los que vinieron a pedírnoslo, creían que la regularización era de los terrenos ya ocupados», como demuestra que un año después se interesaran por la parcela anexa para una nueva ampliación.

Todavía pasaron 10 años más hasta que se descubrió el supuesto error. Fue cuando el párroco comunicó al Arzobispado de València el acuerdo con los propietarios para la adquisición de los terrenos contiguos al camposanto, ocupados por naranjos, y ahí, tras revisar sus registros, le advirtieron que estos terrenos, al menos una parte, ya eran propiedad de la Iglesia, y que los donados en la década de los 70 ya los había registrado el párroco de la época.

Ahí comenzó el calvario de esta familia que reconoce que «nos hemos reunido varias veces con representantes del Arzobispado de València y todo son buenas palabras. Las primeras veces reconocieron que era un error y se iba a subsanar, ya fuera comprando los terrenos o revocando la escritura. Decían que el compromiso era arreglarlo, pero cuando el notario les requirió para subsanar las escrituras, no se presentaron. Nos dan largas -añade esta vecina de Estivella- y lo último es que ellos entienden que la donación es perfectamente legal y, si tenemos alguna reclamación, que la presentemos en los juzgados».

Frente a esta versión, el Arzobispado de València, a través de sus servicios jurídicos, asegura que «la donación del terreno en cuestión se realizó de forma libre y consentida ante el notario de Sagunto el 23 de noviembre de 2011,  por padre e hija, que ahora se retractan, 10 años después. Se cumplió en todo momento escrupulosamente con la legislación vigente por todas las personas que intervinieron desde el notario, el registrador de la propiedad, el padre, la hija y la parroquia».

Estas mismas fuentes añaden que «entendemos que la injusticia o lesión del derecho se cometería si se procediera a la devolución de la donación, ya que no hay motivo para ello. El derecho no contempla el cambio de criterio ‘a posteriori’ del donante. No se puede jugar con la seguridad jurídica de la fe pública notarial ni registral haciendo retroactiva la donación 10 años después sin motivo».

«Auxilio judicial»

Así, la defensa jurídica del arzobispado reconoce que «si los donantes consideran que gozan de mejor derecho o que se realizó mal la donación o cualquier otro argumento legal, se debe acudir al auxilio judicial. En ningún momento, ni por parte del los párrocos, del vicario episcopal, de los abogados del Arzobispado de València se les ha reconocido que tienen razón, siempre se ha dicho que se estudiaría el asunto y se revisaría toda la documentación obrante».

La vecina de Estivella apunta que «lo que más rabia me da es que me han tomado el pelo. Yo estaba tranquilamente en mi casa y me metí en todo este follón por hacerles el favor de regularizar la donación. En su momento, confiamos en la buena fe y la moral cristiana de la Iglesia, porque éramos una familia de ir a misa, pero me ha defraudado».

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