Necrológica

Ana Escrihuela, más allá del compromiso

Anna Escihuela.

Anna Escihuela. / Levante-EMV

Miguel Ángel Martín

Durante la madrugada del martes falleció en el Hospital General Universitario de València, Ana Escrihuela, posiblemente una de las personas social y culturalmente más comprometidas que he conocido en mi vida, casi igualada por la que fue su pareja durante mas de treinta años, Carles Xavier López Benedi. Ambos, ejemplo de lealtad, amistad y entrega a los suyos, que cuando uno tiene vocación internacionalista, no son pocos…

A algunas personas de esta ciudad, es posible que su nombre no les diga mucho, pero para otros el nombre de Ana Escrihuela, ha sido sinónimo de acción solidaria, de cultura y de compromiso. Vinculada a nuestro territorio desde mediados de los noventa, estuvo colaborando con las iniciativas de recuperación del patrimonio industrial de Puerto de Sagunto a través del colectivo La Compañía; y ha sido una de las fundadoras, así como incansable motor de La Tenda de Tot el Mon, ONGD de Comercio Justo de Puerto de Sagunto. Auténtico reducto del mejor material humano del que disponemos en esta ciudad.

Aunque es muy difícil diferenciar las diversas facetas de la vida de Ana, por la pasión que ponía en cada una de ella, profesionalmente trabajaba estos últimos años como Técnica de Proyectos de Cooperación para el Desarrollo en la Fundació General de la Universitat de València. Antes lo había hecho en diferentes organizaciones. Mi primer recuerdo de ella fue en el IVAJ desarrollando junto a Carles, la dinamización de los programas de cultura joven del instituto autonómico. Ana fue una de las primeras personas en representar al Paìs Valencià en Greenpeace España, actualmente formaba parte del máximo órgano de la organización ecologista en España. Desde hace unos años era Vocal del Patronato de la Fundación Bancaja.

Para todas y todos los que tuvimos la enorme suerte de conocerla y quererla, jamás olvidaremos su fuerza y su entereza; una mujer extremadamente cuidadora y suave en el trato que al mismo tiempo encerraba el coraje de un titán enfrentándose a lo que fuese. Desgraciadamente hay enfermedades que no hacen prisioneros. Siempre, hasta en sus momentos más delicados, una palabra amable y unos cariños que te enviaba con esa sonrisa suya tan característica. Ana ha sido y será una maestra de vida, una de esas raras luces que si te alumbran, te hacen mejor persona.

El mundo sin Ana no va a ser igual, pero seguramente ella querría que siguiésemos pensando que otro mundo es posible. Hasta siempre compi y gracias por todo lo que nos has dado.