A los cincuenta años de la muerte del Padre Jaime

La realidad del paso veloz del tiempo, del famoso aforismo tempus fugit, la experimentamos al tomar conciencia que ha pasado medio siglo desde que el Padre Jaime cerrase los ojos a este mundo. Toda una vida, un cúmulo de años que han traído consigo diferentes cambios, realidades, afanes y preocupaciones en nuestra vida pero que no han sido capaz de eliminar de la memoria colectiva del pueblo la figura del Padre Jaime. Es ya un milagro que después de tanto tiempo no caiga en el olvido su persona y que siga siendo recordado con tanto cariño por personas de toda condición, ideas políticas y creencias religiosas.

"Mors sua quenque manet", afirma una clásica sentencia latina; es decir, "a cada uno le está reservada la muerte que le corresponde", y al Padre Jaime le correspondió morir en santidad, fama que hoy, 50 años después perdura envuelta del gran cariño que se le profesa y que él durante toda su vida se hizo merecedor sin buscarlo. Él no tenía otra ambición que la de ser rostro de la Misericordia ayudando al prójimo desinteresadamente. Fue el cayado del Buen Pastor para sus feligreses, el Cirineo de los portadores de la cruz del dolor, el Buen Samaritano de los enfermos, la viuda pobre de los mendigos, en definitiva, la concreción de las parábolas bíblicas siendo puente del hombre con Dios y claro reflejo del Amor.

Homenaje al Padre Jaime en el Port de Sagunt

Es por ello que, convencidos que su vida y ministerio encierra virtudes heroicas y de santidad, no queremos que se pierda su legado. A tal fin trabajaremos sin desfallecer para que quienes le conocieron se alegren al recordarle y quienes no le conocieron personalmente puedan hacerlo conociendo su vida y obras.

"Bienaventurados los misericordiosos" nos dice la quinta bienaventuranza y en parte es ya una alabanza al Padre Jaime, pues esta fue su máxima durante toda su vida.

Como bien sabemos fue un hombre misericordioso, bueno, atento, caritativo... Esta bienaventuranza de la misericordia enfatiza la misericordia como un reflejo de la justicia divina. Perdonar y mostrar compasión son actos que imitan a Dios y que liberan al ser humano, permitiendo superar las ofensas y vivir en armonía.

Así lo hacía el Padre Jaime al ser engañado cuando intentaban conseguir su ayuda. No le importaba nada más que la caridad y la misericordia. Lo mismo hacía cuando los chiquillos se le llevaban la bicicleta para jugar, llegándosela a esconder en alguna ocasión; o cuando le cogían entradas para el cine parroquial... Siempre actuaba desde la misericordia y el amor.

De todas sus hazañas destacaremos el cine de parroquial, la academia y la barriada de casas. De todo ello fue el promotor. 

Flaco favor le hacemos a la historia y a la memoria del Padre Jaime al llamar al barrio que él hizo que pasase de ser huerta, refugios y nidos de ametralladoras a ser un conjunto de humildes casas para quienes vivían en la pobreza más absoluta por la denominación común de los nombres de esas calles: "Los Ríos". 

En este día del quincuagésimo aniversario de fenecimiento el ayuntamiento ha tenido a bien secundar la iniciativa de rendirle un homenaje con un sencillo acto y ofrenda floral frente al busto alzado en su memoria en 2011.

Por su parte, la comunidad cristiana presentará sus sufragios con un responso ante sus restos mortales y una Misa en la parroquia Nuestra Señora del Carmen de la que fue el primer párroco.

Que el Padre Jaime siga siendo faro de luz, esperanza de los sencillos, caridad para con todos y signo de paz y unidad.