Iker Lecuona (València, 2000) lleva dos banderas en el casco: la ikurriña y la senyera. Quiere dejar bien claro que es valenciano, porque nació en València y es donde se ha criado, pero también se enorgullece de sus raíces. Su familia es vasca, como su apellido. Irundarra, para ser más exactos. Criado en la Cuna de Campeones, Iker Lecuona nunca olvidará el 18 de noviembre de 2018. El día de su primer podio, un segundo puesto nada menos, y en Cheste, en el circuito donde se forjó como un piloto precoz. Demasiado desarrollado en el inicio de su adolescencia, decían algunos.

Lecuona, valenciano para los valencianos y vasco para los vascos, abrió ayer otra puerta a la esperanza para el motociclismo valenciano. Firmó una carrera magistral en Moto2 tras una progresión extraordinaria sobre el asfalto mojado del Circuit Ricardo Tormo. Remontó 19 posiciones. ¡19! Es el primer podio de su carrera en el Mundial, a donde llegó directamente a la categoría intermedia sin pasar por Moto3, como hacen el 99% de los pilotos. En 2016, hizo su debut en el Mundial de Moto 2 en sustitución del lesionado Dominique Aegerter en el equipo CarXpert Interwetten para dos carreras. La estructura suiza vio en Lecuona, entonces 16 años, lo que no vio en otros pilotos: un tipo espigado (1,80 metros, por encima de la media en el Mundial, sobre 1,70), maduro física y mentalmente, que venía de conseguir excelentes resultados en el Campeonato de España. Demasiado granado para empezar en Moto3, pensaron. Terminada aquella temporada, la apuesta quedó confirmada: Lecuona se reincorporó al equipo como el reemplazo permanente de Aegerter. Es el piloto más joven de la categoría y, antes de ser segundo ayer, fue sexto, séptimo y octavo en los grandes premios de Las Américas, Thailandia y Japón, respectivamente.

El segundo puesto de ayer supone un logro mayúsculo para un chaval de 18 años que ha demostrado este fin de semana su madera como piloto de primera clase. Siempre que ha estado el asfalto mojado, ha dado la talla. Es en el agua, dicen los expertos, donde los pilotos demuestran realmente sus cualidades. El escenario en el que salen a relucir realmente las habilidades sobre la moto. Una reflexión que tomó cuerpo cuando surgió la figura de Ricardo Tormo, el piloto al que nadie ganaba cuando las nubes jarreaban sobre los circuitos.

El éxito de Lecuona se fraguó en Cheste, precisamente. En el mejor lugar posible. Ante su afición y junto a sus familiares y amigos, que vibraron con su extraordinaria carrera. Salió desde la vigésimo primera posición y en la segunda vuelta ya era sexto. A partir de ahí, se unió a un grupo de cabeza junto a Álex Márquez, Miguel Oliveira y Xavier Vierge. Durante gran parte de la carrera estuvo luchando por la tercera plaza. Terminó adelantando al tercero y aprovechó, después, la caída del hermano del pentacampeón del mundo de MotoGP en el último tramo de la prueba. Pista despejada para asegurarse un puesto en el podio. Lecuona, incluso, llegó a tener la oportunidad de porfiar por la primera posición. Ofreció una lección soberbia de pilotaje sobre el agua y lanzó un aviso serio para el futuro próximo. Si con 18 años ha sido capaz de progresar esta temporada en la categoría intermedia hasta luchar por una victoria, ¿dónde estará de aquí 2 o 3 temporadas? Posiblemente en MotoGP, con los grandes. Quizá luchando por algo más que por un podio en Cheste.

Digna sexta plaza de Masià

En Moto3, Jaume Masià (Algemesí) logró una excelente sexta posición, mientras que Arón Canet (Corbera) se fue al suelo. El nobel Can Unco, Lista de vencedor de la carrera, de 15 años, fue el primer piloto turco en ganar una prueba del Mundial.

El hombro maldito de Márquez

En MotoGP, el triunfo para el italiano Andrea Dovizioso tras una carrera interrumpida por la lluvia tras la vuelta 15. Marc Márquez sufrió una espectacular caída en la que volvió a dislocarse el hombro.