Ni Márquez, ni Dovizioso, ni siquiera Iler Lekuona, el primer valenciano en subir al podio en cinco años en Cheste fue el público, vencedor absoluto del vigésimo Gran Premio de la Comunitat Valenciana. Los cerca de 100.000 espectadores que han visitado el Circuit Ricardo Tormo este fin de semana merecieron salir a hombros por la puerta principal y con el We are the champions sonando de fondo. La gota fría que ha azotado estos días el Circuit, y gran parte de la Comunitat, no varió ayer el paisaje de las gradas del circuito, prácticamente repletas. La afición valenciana, mayoría en el trazado, mostró al mundo su pasión por el deporte de las dos ruedas. Cayó agua, los accesos estaban limitados y, además, el Mundial llegaba con los tres títulos decididos. Aún así, llenaron las gradas.

Con tanta agua, el GP de la Comunitat Valenciana ha registrado el récord de caídas de la historia del Mundial: 155 durante los 3 días. Sólo ayer, en las carreras, 42 pilotos se fueron al suelo. Más del doble que el año pasado (71) en el mismo trazado. El registro supera al GP de Italia del año pasado. En Missano desaparecieron de la pista, por el agua, 140 en total. El tercero en la lista es el GP de Barcelona, con 100 caídas este año.

La jornada se alargó con el aplazamiento de la carrera de MotoGP, suspendida a las 15 vueltas cuando volvió a jarrear con fuerza sobre el trazado. Andrea Dovizioso, líder en ese momento, levantó el brazo al paso por meta para pedir la bandera roja. Como no se habían cumplido las 3 cuartas partes de la carrera, el reglamento obligó a retomar la prueba media hora después. Quedaban 16 pilotos de MotoGP en liza. Once se habían ido al suelo.

Una locura. Pese a que el GP quedó postergado un rato, los aficionados, resguardados con chubasqueros y paraguas, aguantaron el temporal y esperaron hasta el final de la fiesta. El We are the champions hubiese sido poca liturgia para despedirlos a todos, pilotos y aficionados.Si alguno de los tres título se hubiese tenido que decidir ayer, la jornada hubiese sido inmortalizada, seguro, para la historia del motociclismo.

Con tanta agua, tanta imprevisión, las carreras fueron una lotería. Entre caída y caída, adelantamiento y adelantamiento, resulta difícil imaginarse cuántas emociones más habría ofrecido al mundo la última carrera del Mundial. Los tres campeones ya proclamados semanas antes (Marc Márquez, en MotoGP; Francesco Bagnaia, en Moto2 y Jorge Martín, en Moto3) tuvieron un mal día. El primero volvió a irse al suelo con las mismas consecuencias que el sábado: el hombro dislocado. Los otros dos pasaron desapercibidos.

La fiesta de las motos tuvo, pese al cielo gris, casi negro a veces, parte de color valenciano. Una alegría para la gente de casa 6 años después. Iker Lecuona, el segundo piloto más joven de Moto2, de 18 años, subió al podio con una segunda posición. Desde el triunfo de Nico Terol en 2013, también en Moto2, ningún valenciano había pisado el cajón. Una puerta a la esperanza para el futuro más próximo. También fue una excelente noticia el sexto puesto de Jaume Masià, en Moto3, otro de los pilotos de casa que se están cociendo a fuego lento. Navarro, Canet y Vicente Pérez se fueron, como muchos, al suelo.