El impacto de la pandemia de covid-19 en el campeonato del mundo de MotoGP que se aproxima es una enorme interrogante de la que dependen muchos detalles. Cumplir las medidas de seguridad contra el virus parece algo incompatible con la clásica visión de la 'pelouse' abarrotada, pero una carrera sin gente tiene un sabor distinto, y los propios circuitos están poco menos que al límite tras un año en el que sus ingresos se han desplomado. No obstante, los protocolos anticovid dependen de cada país y de su momento epidemiológico, por lo que no parece que se pueda aplicar una regla común para todos ellos.

 

Con todos esos ingredientes en la olla, la noticia de que el Circuit de Barcelona-Catalunya ya está vendiendo entradas protegidas contra la posible disputa de las carreras a puerta cerrada es un canto al optimismo y a las ganas de volver cuanto antes a la ansiada normalidad. Montmeló hizo público a mediados de febrero que se podían adquirir entradas para ver las pruebas de MotoGP -del 4 al 6 de junio- y de Fórmula 1 -del 7 al 9 de mayo-, y algunas de ellas salieron a la venta con descuentos del 50%. La organización diseñó un proceso en el que la adquisición de un asiento hacía imposible comprar entradas para los contiguos, y aseguró que, si finalmente la prueba debía disputarse sin público, quienes hubieran conseguido una entrada podrían o devolverla por su precio íntegro o guardarla para usarla la siguiente temporada.

 

Otro circuito que está sopesando abrir sus puertas es Silverstone. El director de la instalación británica, Stuart Pringle, se declaró “cautelosamente optimista” sobre la posibilidad de que una cantidad limitada de espectadores -las propuestas hablan de un 25% del aforo- puedan ver en directo la carrera de Fórmula 1 que se disputará allí del 16 al 18 de julio. El Gran Premio tuvo que disputarse a puerta cerrada la temporada pasada, por lo que muchos aficionados tienen una entrada a cambio de la que no pudieron usar en esa ocasión.