El francés Fabio Quartararo (Yamaha), nacido en Niza hace 22 años, piloto oficial de la marca de los diapasones sustituyendo en el boxe nada más y nada menos que al mítico Valentino Rossi, se ha convertido, tras seis podios en nueve grandes premios, cuatro victorias (Doha, Portugal, Italia y Holanda) y dos segundos puestos (Jerez y Barcelona), que hubiesen podido ser también triunfos de no surgir los problemas en su brazo derecho y bajársele la cremallera de su mono, en el gran favorito para arrebatarle el título de MotoGP al mallorquín Joan Mir (Suzuki).

El ‘Diablo’, como luce en el culo de su mono, suma, a mitad de campeonato tras las nueve primeras carreras, 156 puntos y supera en 34 a su más inmediato perseguidor, que es su compatriota Johann Zarco, que ni siquiera está en el equipo oficial de Ducati sino en el ‘satélite’ de Pramac, eso sí, con una ‘Desmosedici’ de pata negra. Esos 156 puntos son una buena referencia para considerarle el gran favorito. Mir, por ejemplo, tras los nueve primeros grandes premios del 2020, ni siquiera era líder, estaba a 10 puntos de Quartararo (115). El rey Marc Márquez totalizaba 185 en el 2019, 165 en el 2018 y 129 en el 2017.

Cambio mental

Quartararo asegura que todo se debe, no solo a tener una Yamaha mucho más competitiva que la de años anteriores (“es la mejor Yamaha que he pilotado nunca”) sino, sobre todo, “a mi cambio mental, ahora soy mucho más fuerte mentalmente, tengo muchísima más experiencia y sé manejarme mejor a lo largo de todo el fin de semana ni solo el domingo”.

Fabio Quartararo (Yamaha), ganador del GP de Holanda, al cruzar la meta de Assen. ALEJANDRO CERESUELA

En ese sentido, todo el ‘paddock’ considera que, en efecto, la transformación de Quartararo, muy similar al cambio que se ha producido en Jack Miller, otro muchachito llamado a ser la bomba cuando pisó el ‘paddock’ del Mundial (Alemania-2011) y que fue desperdiciando oportunidades por su mala cabeza, ha sido vital para el renacimiento de un niño al que todo el mundo consideró con madera de campeón cuando debutó en Catar-2015 y acabó séptimo.

Quartararo asegura que, de momento, hay que seguir ganando carreras. “En el arranque de la temporada lo único que interesa es adaptarse a la nueva moto cuanto antes y, por supuesto, acumular puntos, podios y, si se tercia, victorias. No hay que pensar en el título, pues aún queda más de la mitad del campeonato y la parrilla está repleta de motos oficiales y campeones del mundo”.

Pilotaje conservador

Eso sí, llegado el descanso veraniego, el ‘Diablo’ cree que su rival es Ducati. “Tiene una gran moto, tienen a mi amigo Johann (Zarco), que está teniendo también un gran inicio de temporada, aunque aún no ha podido ganar, y tienen a ‘Pecco’ (Bagnaia) y a Jack (Miller), que ya ha ganado dos carreras”. Por supuesto, Quartararo no descarta a las Suzuki “que van bien, tanto con Rins como con Mir, en todos los circuitos y, por supuesto, a Miguel Oliveira y su KTM”.

El joven piloto francés se ha ido de vacaciones ligeramente preocupado porque, en la impresionante carrera de ayer, en Assen (Holanda), donde, tras superar a Bagnaia, se escapó con autoridad, se le reprodujeron, ligeramente, los dolores en su brazo derecho, operado, hace unas semanas, del síndrome compartimental. “La verdad es que hubiese podido rodar más rápido pero cuando me marcaron en la pizarra que ya tenía más de un segundo y medio con respecto a ‘Pecco’, preferí guardar neumático para las últimas vueltas”.

Quartararo reconoce que el campeonato se reanudará, el 6, 7 y 8 de agosto, en Austria, “un circuito donde veremos cómo va esta Yamaha pero, por lo general, ahí no hemos ido muy bien”. No hay duda de que la M1 del ‘Diablo’ va como un tiro ante la irregularidad de su compañero de boxe, el catalán Maverick Viñales, que se ha peleado con la firma de los diapasones y está, incluso, negociando la rescisión del contrato que le liga, incluso, la próxima temporada, para tratar, dicen, de firmar con Aprilia.