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Moto2

El camino de espinas de Augusto Fernández

No se lo pusieron fácil para llegar al Mundial, pero una vez en él se agarró con uñas y dientes para lograr, en este 2022, su primer título en la categoría intermedia, cilindrada que despide para abordar, el curso que viene, MotoGP

Augusto Fernández correrá el año que viene con el equipo GasGas. GASGAS

Augusto Fernández (Madrid, 1997) no es un piloto al uso. Su carácter deferente contrasta con el descaro que habita en la parrilla del Mundial donde, entre idas y venidas, lleva ya casi seis años compitiendo. El suyo no ha sido un camino de rosas y poder dar el salto, el año que viene, a la categoría de MotoGP con el equipo GasGas, es un sueño por el que lleva toda una vida peleando.

Nacido en Madrid, Augusto aterrizó en Mallorca cuando tan solo tenía un año. “Som mallorquí”, defiende con orgullo cuando es cuestionado por dicha circunstancia. Inició su carrera deportiva en 2006, en el seno de una familia humilde afincada en Sencelles, cuya única conexión con el mundo del motor eran las carreras que se retransmitían cada domingo por la televisión.

Su padre Augusto le regaló una minimoto en un cumpleaños y, junto a su hermano pequeño Álex, empezó a jugar con ella en la finca familiar. Augusto entró a formar parte de la escuela de Chicho Lorenzo con ocho años. Fue él padre del pentacampeón del mundo, Jorge, el primero que explotó sus virtudes, su talento y una carrera que progresó hasta llegar a hacerse un hueco en el FIM CEV, pero de ahí a llegar al Mundial el camino fue complicado.

Fernández, que siguió formándose en el CTEIB, arrancó su carrera deportiva en la European Junior Cup en 2013 y, solo un año después, alzaba la copa monomarca. En 2015 daba el salto al Europeo de Superstock 600, donde ganó una carrera y, la temporada siguiente, pasó a competir en el CEV de Moto2. Su gran envergadura, mide 1’81, le obligó a conducir su carrera desde muy pequeño hacia las motos de gran cilindrada.

Augusto Fernández trabajaba de manera insaciable, pero el premio del Mundial parecía no llegar, hasta que, en junio de 2017, el equipo Speed Up llamó a la puerta del piloto. La marca italiana acababa de romper su relación contractual con Axel Bassani y, en su lugar, se decantaban por un novato para finalizar lo que restaba de campeonato.

Fernández debutó en el Mundial en el circuito de Mugello y logró una décimo segunda posición en Malasia, siendo ese su mejor resultado. En 2018, el de Pina estaba disputando el FIM CEV Moto2 European Championship cuando recibió la llamada del Pons HP40 para reemplazar a Héctor Barberá. Su buena actuación en Cataluña le valió un puesto hasta final del campeonato.

2019 fue el año de su confirmación. El mallorquín cerró el curso en quinta posición, habiendo sumado cinco podios y firmando tres triunfos en Assen, Silverstone y San Marino. Fernández progresaba adecuadamente, sin embargo, su fichaje por el equipo Marc VDS frenó su progresión. Las temporadas 2020 y 2021 fueron aciagas para él, quien nunca llegó a sentirse del todo cómodo con su nuevo equipo de trabajo.

Sin embargo, en 2022, llegó la oportunidad que llevaba tanto tiempo esperando. El equipo más potente del Mundial en la categoría intermedia, el Red Bull KTM Ajo, hacía una apuesta en firma por Augusto, una oportunidad que, visto lo visto, ha sabido aprovechar a las mil maravillas.

De carácter divertido y bromista, Augusto se transforma cuando se sube sobre la moto. Los que le conocen destacan de él su gran profesionalidad, esmero y capacidad para leer las carreras. El piloto de 25 años, que regresa a Mallorca siempre que el Mundial le da un respiro, es cercano, humilde y muy familiar. Sigue juntándose con los amigos de toda la vida y todos los Grandes Premios los hace acompañado de su padre, pilar fundamental de su carrera. Su madre Sara, sin embargo, prefiere vivir las carreras desde casa, porque lo pasa muy mal.

Haciendo un recorrido por el esculpido cuerpo del piloto, uno puede conocer la trayectoria de un deportista que ha tenido que luchar hasta la saciedad para llegar a donde ha llegado. Tras su brazo derecho reposa tatuada una brújula, “guía para encontrar el camino”, explicaba a este diario. En la espalda, una frase en inglés que reza 'No crecemos con las victorias fáciles, sino con las derrotas grandes', impresa en su piel tras un duro golpe que sufrió en un momento de su carrera y, en el brazo, la cara de un tigre que representa su vuelta al Mundial. A buen seguro, este primer título, merece un espacio en su piel.

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