El Audi RS 4 Avant es un coche para disfrutar. Esta interpretación deportiva del A4 Avant dispone de todo lo que cualquier amante del motor necesita para pasárselo en grande. Es potente, es premium, espacioso y muy apto para al día a día, si aceptamos que un vehículo cuyo consumo en ciudad supera, holgadamente, los 10 litros cada 100 kilómetros es apropiado para la circulación diaria.

Al contrario que la gran mayoría de deportivos, no es un vehículo que llame especialmente la atención a simple vista, aunque sí se le oye, y mucho. No obstante, al centrar la mirada en él se pueden apreciar detalles como dos enormes salidas de escape ovaladas, un difusor de fibra de carbono, un paragolpes muy agresivo y llantas de 20 pulgadas que, en el caso de la unidad probada, esconden unos llamativos frenos carbocerámicos. 

El interior presenta un diseño limpio, con una pantalla de 10,1 pulgadas para gestionar el sistema de infoentretenimiento MMI, uno de los mejores del mercado, presidiendo el habitáculo y llevándose toda la atención. El cuadro de instrumentos digital completa el ecosistema conectado del coche, que apuesta en esta versión por materiales como el Alcántara y el cuero Nappa en sus asientos de tipo baquet, bastante cómodos. La sensación es de mucha calidad, aunque, como siempre en Audi, algún plástico duro empaña el conjunto. Pese a su vocación deportiva, la accesibilidad es bastante buena y en las plazas traseras pueden viajar, con espacio, dos adultos altos. Su maletero, de 495 litros, da para todo.

Emoción en familia

El RS 4 puede ser bastante dócil, en los modos de conducción más suaves, pero no esconde su alma radical. Es muy estable en todo momento, siendo algo incómodo incluso en modo confort, en el que tampoco reniega de ofrecer aceleraciones contundentes. Es un deportivo. Sí, es familiar, puede servir como coche para cada día, pero, valga la redundancia, es deportivo y su propuesta es agresiva.

En los modos más deportivos, personalizables para disponer la dureza de la suspensión, la dirección y la respuesta del acelerador y el cambio automático a gusto del conductor, el RS 4 libera todo su potencial. Son 450 CV para acelerar de 0 a 100 en 4,1 segundos. Superada la patada inicial, el familiar alemán sigue tirando con fuerza, sin perder fuelle. Recupera de maravilla y jugar con el cambio en carreteras reviradas es una delicia. Pese a su silueta, la suspensión permite enlazar curvas con gran agilidad y su dirección es correcta, aunque no transmite tanto como algunos rivales. Sus discos carbocerámicos cumplen de un modo impecable una misión complicada, la de parar un coche de más de dos toneladas que, además, es capaz de ir muy rápido. En circuito, la experiencia debe ser muy emocionante. Son 99.950 euros que suben hasta más de 130.000 euros con todos los extras. No todo podía ser positivo.