Nick Heidfeld es uno de los poco afortunados que tienen un Porsche 959 S. La firma alemana construyó 292 ejemplares del 959 y tan sólo 29 de su versión Sport, de las que el expiloto de Fórmula 1 posee una de las mejores conservadas.

Pese a contar con tan sólo 4.183 kilómetros Heidfeld llevó su coche a Porsche Classic para restaurarlo de fábrica y dejarlo como si acabase de salir de la línea de producción. A pesar de estar apenas rodado, este 959 ya necesitaba una amplia revisión técnica: “Si un coche tan innovador desde el punto de vista tecnológico no se conduce con regularidad, los daños por estar parado son inevitables”, afirma Uwe Makrutzki, Director de Restauración de Fábrica de Porsche Classic. “Hay que revisar completamente el sistema de propulsión y el chasis. La experiencia ha demostrado que cualquier intento de ahorrar trabajo acaba dando problemas al final”.

Cuando la producción del 959 llegó a su fin, Porsche Classic se hizo con las herramientas de mantenimiento y diagnóstico de todas las áreas de la fábrica. “Casi todos los 959 han estado con nosotros al menos una vez en su vida”, comenta Makrutzki. “Así que tenemos mucha práctica. Sin embargo, debido a la gran complejidad de la tecnología, una revisión de un 959 es siempre una misión muy especial y maravillosa”.

En el caso del 959 S de Heidfeld, el diagnóstico reveló, entre otras cosas, que el sistema de gestión del motor había sido modificado. Tras consultarlo con el propietario, el personal de Porsche Classic restauró la unidad Motronic a su estado original. La versión ‘S’ del 959 tiene de fábrico turbocompresores más grandes que funcionaban con una mayor presión de sobrealimentación que la versión original. Cuenta con 515 CV frente a los 450 CV del modelo base, lo que le permitía alcanzar los 339 km/h. El 959 S no tenía suspensión autonivelante. El climatizador automático, el cierre centralizado, los elevalunas eléctricos, el espejo lateral derecho y los asientos traseros también se suprimieron para ayudar a ahorrar peso.

“He tenido el privilegio de conducir muchos coches de altas prestaciones, pero esta leyenda de la alta tecnología es algo especial para mí”, dijo Heidfeld. “A finales de los años 80, era un adolescente aficionado a los coches y para mí este Porsche siempre fue extraordinario. En aquella época, el 959 era el coche de producción más rápido del mundo y, con diferencia, el más avanzado. Por eso, incluso hoy, no se conduce como un coche de hace 30 años, sino como un vehículo mucho más moderno”.

Porsche 959, un icono del motor

El Porsche 959 es uno de los deportivos más fascinantes del mundo. Pese a ser de 1985, ya contaba con innovaciones como: amortiguadores regulables y sensibles a la velocidad, suspensión autonivelante, tracción total variable controlada electrónicamente con selección del programa, antibloqueo de frenos, sistema de control de la presión de los neumáticos y una carrocería aerodinámicamente optimizada (Cx 0,31). Esta carrocería tenía elementos procedentes de la competición y de la aeronáutica: algunos paneles externos estaban hechos con material compuesto por resina epoxi reforzada con Kevlar y fibra de vidrio; el faldón delantero era de espuma integral de poliuretano; las puertas y el capó se fabricaron con una aleación especial de aluminio.

Además, el 959 fue el primer coche de producción con un motor bóxer dotado de dos turbocompresores que funcionaban en secuencia, lo que reducía el retraso de respuesta. Las bielas de titanio aligeraban las masas oscilantes. Los cilindros estaban refrigerados por aire, como era habitual en Porsche en aquella época, pero las culatas de cuatro válvulas por cilindro tenían refrigeración por agua. Para una mejor disipación del calor, las válvulas de escape tenían un relleno de sodio. Solo se fabricaron en serie 292 ejemplares del Porsche 959, entre 1987 y 1988.