Desde este martes, las vías urbanas con un único sentido de la circulación reducen su límite de velocidad máxima hasta los 30 km/h. Esta medida, que afectará entre el 60 y el 70% de las vías urbanas de España, tiene varios propósitos. El primero tiene que ver con la seguridad, ya que a menor velocidad, menor riesgo de accidente o de sufrir daños graves en caso de padecerlo, mientras que el segundo se debe a la sostenibilidad y la eficiencia. A menor velocidad, menores emisiones. Además del nuevo límite de 30 km/h, también entran en vigor un límite de 20 km/h en vías que dispongan de plataforma única de calzada y acera y de 50 km/h en las de dos o más carriles por sentido.

Como es habitual, las nuevas medidas no han gustado a todos y el debate está servido. ¿Varía mucho un cambio de apenas 20 km/h en términos de seguridad?. La respuesta es , ya que las consecuencias de la velocidad en accidente de tráfico o un atropello pueden ser graves incluso a apenas 30 km/h. Por ejemplo, según un estudio de la Dirección General de Tráfico, una persona atropellada tiene el 45% de probabilidades de morir si el turismo circula a 40 km/h, cifra que desciende hasta el 5% en caso de circular a 30 km/h. La reducción es del 40% con solo 10 km/h de diferencia. Si el conductor circula a 60 km/h, la probabilidad alcanza el 85%. A más de 80 km/h, ningún peatón sobrevive a un atropello. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud, la cifras son todavía más pesimistas. A 30 km/h, la OMS estima que el 10% de los atropellados puede recibir heridas mortales, por el 80% si el vehículo va a 50 km/h. En el lado contrario, a 30 km/h el 30% de los atropellados salen ilesos, por un 4% a 40 km/h y un 0% a más de 50 km/h. Con estas cifras, el argumento de la seguridad toma fuerza.

Las consecuencias del exceso de velocidad

La limitación de la velocidad, no solo en ciudad sino en todas las vías, intenta fijar un equilibrio entre las características de la vía y la seguridad de los usuarios de la misma. Cabe recordar que las fuerzas generadas por un choque frontal son enormes y potencialmente mortales, sobre todo a partir de los 50 km/h. Desde la DGT, para ilustrar este hecho, comparan los accidentes con una caída desde un edificio. De este modo, la fuerza de impacto generada a 55 km/h sería equivalente a la de precipitarse desde lo alto de la muralla de Ávila, es decir, de caer desde 12 metros de altura. Chocar en una autopista cumpliendo el límite de velocidad, a 120 km/h, sería como caer desde la Torre de Hércules de A Coruña, 57 metros. Dicho de otro modo, chocar a 120 km/h es como caer 14 pisos de altura.

A los aficionados a la velocidad y a que les quiten puntos del carné de conducir les conviene saber que un impacto a 160 km/h es equivalente a caer desde la Giralda de Sevilla (104 metros), a 190 km/h a precipitarse desde los 144 metros de la Torre Glòries de Barcelona y a 250 km/h desde los 250 metros de la Torre Foster de Madrid. Según un estudio realizado en las carreteras de Noruega, circular únicamente a 8 km/h por encima de los 120 km/h en autopista supone incrementar las probabilidades de accidente en un 30%, mientras que si todos los conductores circularan por debajo del límite marcado en las carreteras, pero a una velocidad adecuada para la vía y el tráfico, el número de muertes se reduciría en un 20%.