Es la cuarta vez que ocurre, en los cuatro partidos de la selección. El equipo arranca lógicamente con Ricky Rubio al timón. Sin embargo, el base corre más revolucionado que Albert Rivera, como si se hubiera dejado el cerebro en el banquillo. El resultado de tanta precipitación es un balón perdido cada minuto, un triple fallado cada dos.

Sobre todo, España ha empezado los cuatro partidos arrastrándose en el marcador. Ante Puerto Rico o Irán bastaba Colom para deshacer el entuerto del acelerado Ricky. Contra Italia, así que hubo que recurrir a Llull, que por fin ha despertado de su lesión. La sanación del equipo fue pasmosa. El desastroso 5-15 amasado por el base de los Suns se transformó por arte de magia del menorquín en un 15-5. El 20-20 recomponía a la selección para un choque de marcador en sequía

Sin Ricky se juega mejor. O como mínimo, se empieza mejor. Es una buena oportunidad para recordar que Llull viene siendo el salvador de esta selección desde hace una década, cuando Gasol tenía otro nombre pero también se le negaba al madridista el mérito de darle la vuelta a un partido sin reclamar el protagonismo.

La Quinta del Buitre era Hugo Sánchez, el materializador de aquel Olimpo futbolístico. De la misma manera, los Juniors de Oro son Sergio LlullCon la particularidad de que el base y escolta, ejerce ambas funciones a la vez por lo que se debería obligar a su equipo a jugar con cuatro, reparte la gloria entre compañeros desprovistos de garra.

Los italianos perdieron porque han de tenerlo muy fácil para jugar con soltura. Se atrancan, su pésima selección de tiro les contagia un nerviosismo que olvida que Scariolo no necesita agobios para enredarse en su laberinto. El estropicio de Ricky se alivió con Llull al lado, y bien está lo que bien acaba. España asciende a cuartos de final, después de un mal partido entre dos selecciones con más pasado que porvenir.