España ganó el Mundial en la semifinal ante MundialAustralia, pero el protocolo exigía el simulacro de final ante Argentina, aunque solo fuera a modo de reconocimiento a los sudamericanos por haber retirado a los serbios. (En realidad fueron los españoles quienes liquidaron a Serbia al quebrarle la moral en un duelo intrascendente, pero eso es otra historia).

La asfixiante presión defensiva argentina no oculta que España disponía de sobrados recursos para desbaratarla. Así lo demuestra un marcador final de veinte puntos de ventaja, un 95-75 impropio de la final de un Mundial y que coincide además con los márgenes más abultados del choque.

El dominio español ha sido tan aplastante que deberíamos confesar que nos hemos aburrido un poco. España se corona campeona del mundo ecológica, dosificando las fuerzas con esmero, sin gastar más combustible del imprescindible. El capitán Rudy Fernández ejerce de maestro de la doctrina de que un Mundial es "molto longo", que diría Juanito como representante de aquellos equipos que también peleaban hasta el final, para acabar perdiendo.

Los argentinos enfangaron la final sin extraer el mínimo rédito, quemaron el bosque amazónico. El swing habitual de Campazzo fue un charlestón desenfrenado, Scola pasó de pétreo a petrificado, Laprovittola engrosa la estirpe de los jugadores obsesionados por sus estadísticas personales, y solo después por el equipo.

Corresponde a cada espectador señalar a su favorito en la selección, pero aquí se va a destacar el papel estelar de los Hernangómez, gemelos en la pista y excepcionales en su madurez creativa. Han ampliado el fondo de armario de Scariolo, que mejoraba el arsenal a su disposición conforme avanzaba el Mundial sostenible y sostenido.

Siempre desde el respeto a la ecología que ha gobernado este equipo, han vuelto a funcionar a la perfección los mecanismos autocorrectores. Conviene recordar que España estuvo a punto de perder por partida doble ante Australia, en el tiempo reglamentario y en la primera prórroga. Esta circunstancia se debió a la inhibición en el rebote defensivo, que cedió 19 segundas oportunidades al rival.

El derroche bajo el aro cesó en la final, la España medioambientalista no desperdicia materia prima. Atrapó cada rebote y lo explotó hasta situarse en la zona de confort de los veinte puntos. Por primera vez en los ocho partidos del campeonato, la Selección encabeza el marcador durante los cuarenta minutos. Esta superioridad se reflejó en que un magistral Ricky Rubio superó en sus prestaciones a un Sergio Llull, tras haber arrastrado a la selección hasta la final prevista para un USA-Serbia.

Esta selección podría derrotar a cualquier equipo, aunque Argentina no contaba con un solo NBA en activo. En cuanto a los comentarios al Mundial, han intentado seguir la estrategia pautada por el equipo. A saber, no conceder demasiada importancia a las prestaciones deficientes de la fase previa, ni incurrir en el éxtasis teresiano ante el despegue protagonizado a la hora de la verdad. Pocas veces se habrá diseñado con tanta exactitud un objetivo cumplido. Ecología pura.