Crónicas Mundiales

Schillaci, de estrella fugaz a secundario de las pantallas (1990)

"En cierto modo, mi carrera duró tres semanas", admitió después el delantero italiano, el mejor de su equipo en Italia'90

Schillaci, en Italia'90

Schillaci, en Italia'90

Javier Giraldo

Javier Giraldo

“En cierto modo, mi carrera duró tres semanas”. No le faltaba razón a Salvatore ‘Totò’ Schillaci cuando echó la vista atrás para recordar el gran momento de su vida, el Mundial de Italia en 1990.

Delantero menudo, no especialmente técnico pero oportunista del área y con gran intuición goleadora, Schillaci era prácticamente un desconocido antes del Mundial. Después, su carrera deportiva se apagaría pronto. Pero durante el torneo, fue el salvavidas de su selección y el hombre más amado de Italia.

Su historia es curiosa: nacido en Palermo, jugó en el Messina, en Segunda división, hasta que la Juventus lo fichó justo un año antes del Mundial. Marcó 15 goles en la Serie A, cifra que llamó la atención del seleccionador, Azeglio Vicini. Lo incluyó en la lista, pero como sexto delantero.

No había dudas de que Vialli, Carnevale, Serena, Baggio y Mancini estaban por delante de Schillaci, que solo había jugado un amistoso antes del Mundial.

Sin embargo, los astros se alinearon a favor del pequeño siciliano, que estuvo en el lugar adecuado y en el momento adecuado.

El primer partido de Italia en ‘su’ Mundial, ante Austria en Roma, amenazaba con atascarse hasta que Schillaci saltó del banquillo para suplir a Carnevale. Era el minuto 75. Tres minutos después, ‘Totó’ marcó el gol de la victoria. Había nacido una estrella.

Un brillo fulgurante

Schillaci no fue titular en el segundo partido, que Italia ganó ante EEUU (1-0) con un gol de Giannini. Pero a partir de ahí, su estrella no hizo más que brillar.

Ante Checoslovaquia, ya como titular junto a Baggio (Carnevale fue el sacrificado), Schillaci abrió el marcador. 2-0. Italia estaba en octavos de final, sin encajar goles y con un siciliano llamado a ser el héroe nacional.

Lo confirmó tanto en los octavos como en los cuartos: primero, marcando ante Uruguay el primer gol del partido (2-0). Después, marcando el único gol del choque ante Italia (1-0).

En semifinales, Italia se midió a Argentina en Nápoles. No era un partido cualquiera. Maradona había pedido a la afición napolitana que apoyase a Argentina.

Schillaci no acusó la presión: abrió el marcador, pero Caniggia empataría en la segunda parte. En los penaltis, Argentina se clasificó para la final.

El ‘momento Schillaci’ no acabó en semifinales: contribuyó con el gol de la victoria, en este caso de penalti, a que Italia acabase tercera (2-1 ante Inglaterra en el partido por el tercer puesto). El delantero de la Juventus acabaría el Mundial como máximo goleador del torneo (seis goles) y mejor jugador.

“Creo que alguien allá arriba decidió que Totò Schillaci iba a convertirse en el héroe de toda Italia. Ni un loco habría imaginado lo que iba a sucederme”, admitía años después en FIFA.com.

Respirar y enviar el balón al fondo de las redes

“Hay periodos en la vida de un futbolista en los que es capaz de todo. No tiene más que respirar y enviar el balón al fondo de las redes. Estaba en estado de gracia”, añadía.

Después del Mundial, poco más se supo de Schillaci. Apenas volvió a jugar con la selección: en 1992 firmó por el Inter, donde no cuajó. Y en 1994 se convirtió en el primer italiano en jugar en la Liga de Japón: firmó por el Jubilo Iwata. Se retiró en 1994.

Con mucho más pelo que en su época de jugador, Schillaci frecuentó las pantallas: participó en 2004 en ‘L’isola dei famosi’, un reality italiano.

Estuvo a punto de tener un papel en una película de Ken Loach (“mi ídolo es Robert de Niro”, sostuvo), pero el proyecto no salió adelante.

En 2008, junto con otros ex futbolistas, participó en la película ‘Love, Lies and Football’. También representó a un jugador amateur en ‘Quelli che il calcio’, un programa italiano de televisión.

Publicó su biografía (titulada ‘Il gol è tutto’, el gol lo es todo), escrita junto a Andrea Mercurio, y se metió incluso en política: en las elecciones de 2001 se presentó como candidato a concejal de Palermo en las filas de ‘Forza Italia’, pero dimitió dos años después.