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Movilización

Cruzada de mayores contra la Iglesia por el cierre del hogar del jubilado

La parroquia clausura el local después de que la Policía Autonómica detectara irregularidades

Usuarios del hogar del jubilado, ayer por la mañana. c. l.

El tradicional sonido del impacto de una ficha de dominó contra la mesa de marmol, tiene los días contados en el hogar del jubilado de la parroquia de San Francisco de Paula de Xirivella. Concretamente hasta el viernes por la tarde, ya que el sábado la gerente del pequeño bar del local tiene que entregar las llaves a la iglesia, poniendo fin a la actividad.

Según explican los propios usuarios, el inmueble es propiedad de la iglesia desde su apertura hace tres décadas. De hecho, está pegado al templo. Así lo cuenta Ángel, un jubilado de 70 años y usuarios desde los inicios. «Al principio se ideó como una especie de club social, en el que cada socio aportaba una pequeña cantidad para sufragar los gastos de luz, agua y demás», relata. El hombre reconoce que lo impulsó la iglesia, «pero casi con el 90% de los donativos que se hicieron en el pueblo», puntualiza.

Ángel sostiene que aquella sociedad acabó desapareciendo al tiempo que sus presidentes y directivos fueron falleciendo. Pero el centro ha seguido funcionado, con sus mayores, sus partidas de dominó o de cartas y sus tertulias, ya sean de fútbol o de política.

La noticia de la clausura la recibió en primera persona hace días la mujer que regenta la cafetería desde el año 2003. La parroquia renovaba el contrato año a año pero ahora ha decidido no seguir. El sábado deberán entregar las llaves y dejar el inmueble.

Los más de setenta usuarios habituales del hogar del jubilado no se resignan a perder su lugar de reunión y han realizado una recogida de firmas contra el cierre, del cual desconocen los motivos concretos. «Creemos que el nuevo cura quiere destinar el local a los clavarios o los juniors, pero siempre ha estado disponible para ellos. En todos estos años, si los clavarios han tenido que hacer una reunión o una cena, han utilizado el local sin problema. Es más, aquí a las siete de la tarde ya no queda casi nadie», explica Ángel.

Alrededor de dos partidas de dominó, se arremolinaban ayer por la mañana una docena de jubilados, entre jugadores y mirones. En otra mesa, un hombre apuraba el almuerzo mientras otro leía las noticias de Levante-EMV. «Este es el único sitio que tengo para distraerme. Vienes un rato, juegas la partida y charlas con los amigos. Dónde vamos a ir ahora», afirma Demetrio, de 74 años.

Los jubilados reconocen que el ayuntamiento ofrece otros tres centros de mayores, pero «dos son pequeños y como acudamos allí todos, colapsarán, mientras que el otro, el del barrio de San Ramón está demasiado lejos», lamentan. Además, no ocultan que la mayoría de los que «venimos no podemos ir a un bar. Aquí te traes el bocadillo, te pides la bebida o un café a precios baratos».

Fuentes del arzobispado explicaron que la decisión del cierre está motivada en una inspección rutinaria de la Policía Autonómica, que detectó «irregularidades que no son subsanables», aunque declinaron precisarlas. Las mismas fuentes alegaron que el párroco se interesó por tratar de subsanarlas pero no ha sido posible. Además, aseguran que «se había desvirtuado los fines para los que se creó inicialmente».

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