La puta enamorada, de Chema Cardeña. Dos personajes históricos y uno de ficción. ¿Qué más?

Un texto contemporáneo, contextualizado en el Siglo de Oro. Con dos personajes reales, como bien has dicho, María Calderona y Velázquez, y otro inventado, una especie de bufón. Un texto en prosa que trata temas universales, aunque, como es lógico, el contexto histórico determina que incluya cosas de la época, como la Inquisición, el romance entre Felipe IV y La Calderona, la relación de Velázquez con Lope de Vega... Pinceladitas que se van dando a largo de la función y que te van poniendo en situación. Y quiero destacar también la luz, muy relacionada con la obra pictórica de Velázquez, y la música, original, aunque inspirada en piezas del Siglo de Oro e interpretada con instrumentos de la época.

¿Qué asuntos actuales son esos que dice usted que trata la obra?

La relación del poder con el arte, los amores prohibidos, las traiciones...

Y habrá un triángulo...

Evidentemente. Articula la trama, el eje de la acción, pero es sólo una parte de un argumento que cuenta muchas más cosas. En realidad, tampoco es un triángulo, sino un cuadrilátero, porque La Calderona fue la amante del rey. O incluso un pentágono, porque también Velázquez estaba casado... El hecho de que La Calderona sea la amante del rey pesa mucho: amores prohibidos, pasiones imposibles...

Siglo XVII. Siglo de Oro, el Barroco..., y el poder de la Iglesia, la Inquisición... Un tiempo de una represión moral tremenda y, a la vez, de una gran hipocresía...

Yo hablaría más de represión que de hipocresía. La Inquisición marca esa época. De hecho, mi personaje no es realmente una puta, la consideran así porque es una mujer libre.

Poco hemos cambiado...

Bueno, algo sí: ya no te queman en la hoguera.

La Calderona terminó en un convento, y según la leyenda, en la sierra valenciana de La Calderona, que le debería su nombre.

Sí, pero la obra está inspirada en ese momento histórico, que nadie espere un documental sobre la corte de Felipe IV.

Quede claro que de Felipe IV, no de Felipe VI...

Exacto, porque ya ha habido un medio que ha dicho que yo era la amante de Felipe VI, y, claro, doña Leticia Ortiz (ríe)...

Al parecer, se presenta a Velázquez como un personaje oscuro...

Bueno, más que oscuro, amargado. Vive bajo la presión de la corte, no es libre. La única libre soy yo.

¿Quién es exactamente María Calderona en La puta enamorada?

Para mí es la luz, la fuerza, la rabia. María Calderona es la libertad.

¿Algún punto de contacto entre Eva Marciel y María Calderona, quien, por cierto, también era actriz?

A priori, bastante pocos. Sí, que soy una mujer fuerte, con mucho carácter. Puedo ser muy dulce y todo lo contrario, creo que por eso me dan estos papeles. Eso tengo en común con La Calderona. Y la sensibilidad, por eso sufre. Sí, en algunas cosas la siento cerca. Pero claro, yo estoy felizmente casada y no sufro esos conflictos sentimentales...

En una sociedad, ya lo hemos dicho, tremendamente injusta con la mujer. ¿Sigue siéndolo hoy?

Muchísimo. Hemos evolucionado en muchas cosas, pero hemos retrocedido en otras. Yo siempre me quejo de la conciliación laboral: hemos querido ser Superwoman, hacerlo todo bien, trabajar como los hombres... Pero es imposible porque somos distintos física y mentalmente.

¿Qué sentirá el público que vaya a ver La puta enamorada?

Pasará por todo. Empezará riendo, porque la función te atrapa desde el humor. Pero en cuanto empiecen a conocer a los personajes, llegará el sufrimiento, porque se verán arrastrados por los procesos emocionales que ellos pasan. La puta enamorada es una tragicomedia, aunque empieza como una comedia y mantiene pinceladas de humor durante toda la obra. Y yo espero que al final la gente reflexione.

Si me lo permite, abramos el abanico. Ha estudiado usted Comunicación Audiovisual y es doctora en Historia del Cine. ¿Tiene también preparación actoral?

Sí, estudié en el Estudio Corazza, después en Jacques Lecoq, en París, y he hecho mil seminarios, reciclajes...

¿Cómo se enfrenta usted a los personajes, por ejemplo, a este de La Calderona?

Acercarme a La Calderona fue duro, porque es un personaje grande, luego difícil. Yo necesito conectar desde lo pequeño, desde la intimidad, desde la sutileza, desde la verdad... La verdad suele estar ahí, en lo pequeño, en lo sutil.

¿Pero es posible la verdad en un oficio que se sustenta en la mentira?

Es una mentira a medias. Yo, cada vez que subo al escenario, disfruto y sufro de verdad, aunque sarna con gusto no pica... No sólo eso, sino que subo al escenario sabiendo qué pasará y bajo sorprendida, porque suceden cosas que no esperas. Es lo bonito del oficio, que está vivo.

¿Las emociones tampoco se resienten por el hecho de repetir el papel una y otra vez?

Cada función es distinta. Es como saber que tienes que pasarás por determinados sitios, pero por un camino siempre distinto: cambia la intensidad, lo que recibes del público... Ya lo he dicho: está vivo.

Ya que menciona al público, ¿cómo lo ve desde la escena, como una masa, uno a uno...?

No veo al público, lo siento. Hay públicos que quieren reír, los hay con mucha escucha, o que entran mucho al drama... Recibo su energía, pero intento no mirarlo, yo necesito la cuarta pared.

¿Cambia usted según esa energía?

Si te digo que no, mentiría, pero no soy consciente. Yo recibo y doy. Al fin y al cabo, es de lo que va la vida, de dar y recibir.

¿Qué le gusta más?

Dar. Yo soy una mujer generosa en la profesión y en la vida. Incluso soy capaz de dar sin recibir.

¿Y a qué le da más importancia: la voz, el gesto, el movimiento...? ¿Cómo salva mejor la distancia hasta el patio de butacas?

Cada espacio te pide una cosa. A mí me gustan los espacios pequeños, porque no me obligan a tirar tanta voz y tanto cuerpo, y soy más consciente de mi conexión con las tripas, con mi esencia, con mi verdad. Corazza es escuela rusa y método americano, allí se trabaja mucho esa conexión interior. Pero Lecoq son las máscaras, el cuerpo. Creo que es un buen equilibrio. Pero si hay conexión interior, si hay verdad, todo lo demás sale. Por otra parte, tengo mucha formación en danza, de manera que mi cuerpo está bien entrenado.

Tengo entendido que flamenco...

Clásico, flamenco y contemporáneo. Me gusta bailar. Confío en mi cuerpo. En realidad, soy una bailarina frustrada. Siempre digo que iba para bailarina y me quedé en actriz... La danza sigue siendo mi único entrenamiento físico, de ahí también que me sienta muy cómoda moviéndome en el escenario, sea grande o pequeño.

¿Y antes de subir?

Muy nerviosa. Siempre. Da igual los días que lleve en el mismo sitio, con la misma función...

Doctora en Historia del Cine. Pero ha no ha hecho mucho... ¿Alguna frustración en este sentido? ¿Cómo ve el panorama?

Bueno, no quisiera entrar en temas políticos... No me gusta ir de abanderada de nada ni de nadie. Evidentemente, no oculto que soy de izquierdas, que estoy absolutamente en contra del IVA del 21 % a la cultura...

Y el porno el cuatro...

Efectivamente. El productor, dado que yo tengo un desnudo en La puta enamorada, me mandó una vez un whatsapp diciendo que íbamos a recalificar la obra como porno... En serio, me parece todo muy injusto lo que ha hecho este gobierno. ¡No quiero hablar, que me caliento, parece que nos quieren enterrar!

Bueno, es usted toda una doctora en cine. Como experta...

No me considero ninguna experta. Hice el doctorado, pero analicé un momento y una cosa determinada. Creo que el cine español está en un momento de transición. El mundo ha cambiado. Ha cambiado el modelo de consumo, la explotación, las ventanas..., y en consecuencia el cine está en un plena transición. Pero tenemos buenos profesionales y hacemos buenos productos capaces de funcionar aquí y fuera. Hay que ajustar la oferta y la demanda, que no tiene por qué ser masiva, porque el público también se ha segmentado. Hay que ajustar todos esos elementos y creo que llegaremos a algo. Eso sí, espero que pronto, así también llegaré yo aunque sea con canitas...

Y tiene una faceta mucho menos conocida. Escribe un blog de cocina y teatro en la revista Elle... [http://evamarciel.blogs.elle.es]

Me propusieron escribir de moda, pero no me interesa demasiado. Me gustan las cosas terrenales: reír, bailar, comer... Entonces propuse escribir de comer y de teatro y eso hago, con absoluta libertad. Recomiendo sitios que me gustan, con buena relación calidad/precio...

Para terminar, la actualidad manda. Su interpretación de Isabel Pantoja en la serie Mi gitana la habrá hecho entrar necesariamente en el interior del personaje. ¿Le afecta la difícil situación que atraviesa?

Yo necesito querer a mis personajes y buscar sus porqués, entender qué les mueve a hacer lo que hacen. Porque a partir de ahí construyes todo de verdad, también la maldad... Es cuando los interpretas de verdad, sin juzgar, sin criticar, que para eso están los demás. Eso me pasó y me pasa con Isabel Pantoja, que la quise y la quiero. Me parece una mujer muy injustamente tratada por los medios, porque su realidad es la que es, pero todo lo que hace se engrandece demasiado, a pesar de que no alimenta a la bestia que se ha creado a su alrededor. Han creado un monstruo mediático a su costa y lo alimentan continuamente porque les resulta rentable. En cuanto a la cuestión estrictamente legal, no digo que no merezca la condena que le han impuesto, pero sí creo que se le está dando una tremenda importancia en comparación con casos de políticos que han robado muchísimo y no se plantea siquiera si sus mujeres merecen o no merecen cárcel. Hasta para robar hay que saber hacer las cosas bien.