Sigue una tradición, la de las películas con un único personaje en pantalla, que no se ha reiterado apenas en el cine comercial pero que ha dado, en ocasiones, interesantes resultados. Un verdadero "tour de force" para el protagonista, que además de estar en la práctica totalidad de los planos, corría el grave peligro de agotar al espectador. Este es el caso de esta cinta nórdica, una coproducción entre Dinamarca y Suecia que ha dirigido Gustav Moller, que supone su debut como realizador, diseñada con los resortes del thriller dramático. El actor Jakob Cedergren saca adelante con soltura y profesionalidad el reto de no cansar al auditorio y de mantener sin apenas excepción la tensión y el ritmo. Dos metas que ha llevado a buen puerto y que se ha traducido en numerosos premios en festivales.

Lo que salta a la vista en todo momento es la eficacia de la interpretación de Jakob Cedergren, que impide que el relato pierda fuerza y capacidad de atracción. Asume el papel de Asger Holm, un agente de la policía danesa que ha sido objeto de una medida disciplinaria que lo ha relegado al servicio de emergencias del cuerpo, lo que equivale a estar la totalidad de su jornada laboral ante el teléfono para atender llamadas de urgencia y enviar las unidades móviles que se requieran al lugar del incidente. Un puesto que puede conducir a trágicos sucesos, como el que ha de vivir a lo largo de una ajetreada y dolorosa noche y que conlleva un secuestro. Asger intuye que la llamada que le hace una madre denunciando su supuesto secuestro y el hecho de que sus dos hijos pequeños corran serio peligro puede acabar en tragedia y se involucra de lleno en coordinar su labor de localizar al culpable, en un caso típico de violencia de género. El único reparo que se puede objetar es que Asger es un policía en crisis con problemas psicológicos y ataques de ira, que no es el mejor expediente para una labor que implica hacer de mediador entre individuos agresivos y violentos y las fuerzas de seguridad.