Ya había entrado en la historia con el primer disco de Veneno, aquel mítico Lp editado en 1977 que logró la comunión perfecta entre rock y flamenco, pero tras la disolución del grupo, José María López Sanfeliu, nacido en Figueres pero con alma andaluza, emprendió una carrera en solitario que iba a dar otro gran tesoro al acervo musical popular español: Échate un cantecito, un álbum publicado en 1992 que ahora celebra sus dos décadas de vida con una reedición de lujo, que incluye abundante material extra. Grabado en estado de gracia, sin una sola canción de sobra, marcó la cota de popularidad más alta de Kiko Veneno, que celebra la efeméride con una gira por todo el país.
¿Cómo nació la idea de sacar el disco de gira?
No nació como gira, sino como un concierto puntual en Joy Eslava para celebrar la reedición ampliada de Échate un cantecito. La idea era hacer una actuación en Madrid, pero vista la acogida que tuvimos, que nos obligó a cambiar de sala, mi manager planteó la posibilidad de organizar una gira por toda España. Me pareció bien, porque hoy es bastante difícil actuar, hay que ir a taquilla y sortear las dificultades que supone encontrar un local, ya que es difícil encontrar salas asequibles y casi siempre son de gestión privada.
Es una recuperación curiosa, porque muchos de los temas ya los solías tocar en directo.
Como mínimo, he interpretado tres canciones del disco en todas mis actuaciones. Es raro que no toque Echo de menos, En un Mercedes blanco, Superhéoes de barrio€
¿Es una operación nostálgica?
No soy una persona particularmente nostálgica. Si lo fuera, me habría retirado, porque cuando hice el disco, por lo menos te financiaban la grabación. Se vendían miles de copias, ibas a las fiestas populares y los ayuntamientos pagaban€ Yo he vivido eso. Ahora la música no vale prácticamente nada, no hay estímulos para que la gente haga grandes cosas. Cuando yo era joven estaban Serrat, Paco Ibáñez, Miguel Ríos, que sacaban discos populares y al mismo tiempo tenían calidad y te emocionaban. Ahora no es fácil emocionarse escuchando la radio. El concepto ha cambiado, dominan otros valores.
¿Es una ventaja no ceñirse a un género concreto?
Eso es curioso, porque yo pico de aquí y de allí. Soy cantautor, soy rockero, soy pop y soy flamenco. Pero ahora me he dado cuenta de que, sobre todo, hago pop. El concepto es muy elástico, se acuñó para la nueva música que estaba haciendo la gente joven en Inglaterra en los sesenta, pero cada generación la adapta a su época y su sonido, como hacen The xx o los Black Keys, que no son tan diferentes, pero aportan algo personal. Cuando Veneno apareció en 1977, éramos una especie de punkis flamencos y retorcidos que hacían pop, que viene de la música popular, y eso me permite apora hacer un Lp más africano, como Dice la gente, o más flamenco o rockero, pero son todos pop, por las melodías, los ritmos asequibles, la exposición de los temas, su carácter callejero, los mensajes y las rimas populares€.
¿Échate un cantecito es tu mejor álbum en solitario?
No lo sé, la verdad. Es algo que teneis que decir vosotros. Lo encuentro muy similar a Está muy bien eso del cariño, porque son dos discos con diez canciones redondas. Son muy correlativos, casi intercambiables. Los dos me parecen magníficos. Tenía un equipo de gente que me respaldaba, una compañía que creía en mí y me financiaba, un productor como Joe Dworniak, que cogió las canciones y las puso en limpio€ Fue maravilloso. Son dos discos muy parecidos, pero quizá el Cantecito es el que se ha llevado la palma.
Se grabó en Londres, con Joe Dworniak. ¿Qué aportó?
A principios de los ochenta, Joe pertenecía al grupo inglés I Level. Se encontró con Radio Futura en Valencia, precisamente, y ahí nació una amistad que años después le lleva a producir los discos para ellos. Como todo el mundo sabe, en gran parte yo debo Échate un cantecito a la confianza y el talento de Santiago Auserón, que puso a mi disposición su oficina de management y al productor, y convenció a la compañía BMG para que invirtiera. Joe no había estado en Andalucía ni conocía mi música, pero como se trataba de pop y él era un profesional talentoso y con experiencia, logró plasmar por primera vez el sonido que yo llevaba años intentado conseguir. Creo que se valió de sus raíces africanas. I Level era un grupo que había trabajado con músicos de reggae y africanos, y esa potente base negra, los bajos musculosos, el empaque de las baterías, la solidez rítmica, las tomó de África. A la gente le gustaba ese sonido alegre, que identificaban como andaluz, aunque era bastante africano, y Joe fue su verdadero artífice.
Y la guinda del proyecto fue la gira Kiko Veneno y Juan Perro vienen dando el cante.
Eso fue maravilloso. Sin esa gira, el disco tampoco hubiera tenido difusión, no sabemos qué hubiera pasado. Santiago acababa de crear el personaje de Juan Perro, después de cerrar la etapa de Radio Futura. Coincidía que él tenía que presentar sus nuevas canciones y nosotros el nuevo Lp, todavía con reticencias de la compañía de discos, que se había gastado bastante dinero pero no sabía cómo enfocarlo. En la gira, que fue idea de Santiago, dimos a conocer ambos proyectos, tuvo mucho éxito y produjo el boca a boca que conivirtió Échate un cantecito en disco de oro.
Ahora tocas con músicos diferentes a los que grabaron el disco. ¿Han hecho que las canciones cambien?
Me acompaña La Banda del Retumbe, con Charlie Cepeda, Raúl Rodríguez, Juan Ramón Caramés, Jimmy González... Llevan conmigo bastantes años, y la formación está muy consolidada. La música depende de quien la toque y del momento. El otro día, fui a un festival benéfico solo con Raúl y las dos guitarras flamencas. Allí había otros músicos flamencos, como El Pechuguita, que hicieron los coros, los jaleos y las palmas, y las canciones salieron diferentes, como no las habíamos hecho nunca. Con la misma estructura, pero a otra velocidad, con distintos matices. Huyo del concepto orquesta: si los músicos tocan siempre lo mismo, se nota demasiado la facilidad con que lo hacen. Lo interesante es meterse en otros terrenos. Ahí está la viveza de la música. El cantaor auténtico improvisa. Hay que mantenerse fresco, no hacer cambios radicales, pero evolucionar, conservar la actitud de inconformismo, no agarrarse a las fórmulas que funcionan. Esa es mi intención, aunque no siempre se consigue.
En Madrid empezaste el concierto con una introducción a dúo con Raúl Rodríguez y se dividió el repertorio en dos partes. ¿Es igual en toda la gira?
En Barcelona la intro la hice yo solo. Luego, Échate un cantecito completo y un descanso para visitar el bar, porque si en el sitio donde tocas se acaba la cerveza, quiere decir que el concierto ha ido bien. Después hacemos una segunda parte que puede variar. En Barcelona salí solo con las coristas e hice Namasté, una canción de mi nuevo Lp, Sensación térmica, que aún no se ha editado, y luego se incorporó el grupo para la segunda tanda de canciones. Seguramente, en cada ciudad haremos algo diferente.
El telonero fue Antonio Smash, un histórico del rock andaluz. ¿Toca en toda la gira?
No, es imposible. El tema económico está muy mal. Lo pudimos hacer en Madrid porque vendimos más de mil entradas, pero tal como está la cosa, la gira es muy humilde, los beneficios se reducen. Vamos en furgoneta y a taquilla, sin lujos. Así que en la intro me teloneo a mi mismo.
¿Qué puedes avanzar de Sensación térmica, que ha producido Raül Fernández (Refree)?
Va a ser un pelotazo. Yo lo siento, pero va a crear polémica. La gente que se ha quedado en Échate un cantecito y no ha evolucionado va a padecer un poco, pero creo que los jóvenes van a disfrutar, porque la propuesta es nueva, es algo que nunca había hecho, y la mezcla con Raül ha sido muy interesante. Hemos trabajado mi vertiente más experimental. Siempre la he tenido, pero no nunca he encontrado las condiciones idóneas para poder sacarla. Raül estaba dispuesto y nos hemos lanzado. Estoy muy contento.
Y además, este año editas otro disco, grabado a dúo con Martín Buscaglia.
Sí, ya lo estamos presentado en Uruguay y Argentina. Se llama El pimiento indomable y, efectivamente, está grabado con Martín Buscaglia, uno de los grandes en Uruguay. Es un disco precioso, muy diferente a Sensación térmica, con un sonido más artesanal, no tan experimental. Hemos trabajado cada uno en su estudio casero, después de pasar un mes en Montevideo para componer y hacer la estructura de las canciones. Es un álbum a medio camino entre los dos, que ninguno hubiéramos hecho por nuestra cuenta. Tiene mucho corazón, alegría y frescura. ?