Entrevista | María Vázquez
"El parque une mucho..."
La viguesa María Vázquez llega al Talia formando parte del reparto de Femenino singular, una comedia sobre la mujer y la maternidad
Antonio M. Sánchez
Cuatro mujeres (y un hombre). Las cuatro (la valenciana Marta Belenguer, Lucía Jiménez, Carolina Solas y María Vázquez) son madres. Y actrices. Comparten el barrio, el parque, incluso el cole de los niños. Y pertenecen a una misma generación de profesionales. Comparten de manera habitual alegrías y las penas de hoy: la crisis, la escasez de trabajo... Pero no todo es malo, porque también comparten una gran medicina diaria: el humor.
En la noche durante la cual transcurre Femenino singular, que se representará en el Teatre Talia entre el 21 de enero y el 1 de febrero, estas cuatro mujeres se han liberado de sus responsabilidades, temporalmente asumidas por sus maridos, parejas, exmaridos, exparejas, abuelos, hermanos, canguros... Porque, cada una como ha podido, ha empaquetado a las criaturas, ha dejado la comidita preparada y la hoja de papel anotada para el responsable de turno, «con todo lo que debes hacer en mi ausencia, y ni una cosa más: baño, crema, pijama, cena, cama, cuento, apagas la luz, no duermas con la criatura, sola, que se acostumbre, la tele bajita, y ni una cosa más, ¿me entiendes?, ni una»...
Y Carolina, María, Marta y Lucía, que son los nombres que esas mujeres actrices han elegido para sus personajes, reflexionan entonces «sobre las mujeres hoy desde sí mismas, con los hombres como telón de fondo, como sujeto elíptico, con sus caras, sus actos, con todo lo que evidencia que los hombres son circunstancia necesaria, pero eludible». Nos lo cuenta Marta, es decir, la actriz María Vázquez.
«Femenino singular es una obra de creación colectiva entre nosotras cuatro, el director (Emilio del Valle) y el ayudante de dirección, Jorge Muñoz, que también hace un papelito en la obra. Este proyecto surgió porque las cuatro somos actrices, amigas, y tuvimos los hijos prácticamente a la vez. Esa amistad fue aumentando al encontrarnos en el parque con los niños y en esos encuentros surgieron conversaciones sobre las dificultades del trabajo, de conciliar la vida familiar y laboral... Hasta que llegó el momento en que decidimos contarlo. El parque une mucho... (ríe). Y empezamos a escribir textos sobre la maternidad y sobre todo esto».
¿Cada por su lado?
Cada una escribió su historia, otra hacía las correcciones y otra diferente la interpretaba, con lo cual se sobrepasa lo personal y se alcanza mayor dimensión teatral.
¿Es también el momento en el que llega la ficción? No será una obra estrictamente autobiográfica...
Sí, claro. Es nuestra historia, pero está dramatizada, teatralizada, exagerada...: el ver a los personajes desde fuera te hacía ver a la otra de una forma más extrema.
Y ahí sube la comedia...
Sí, claro, porque las demás le sacan punta a tu personaje, y además en cosas que quizá a ti no te hacen ninguna gracia.
¿Los hombres son meros convidados de piedra en ese proceso?
Ellos también ayudaban. Y luego se decidió que queríamos tener también un punto de vista masculino, de ahí la entrada de Jorge Muñoz.
¿Cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en Femenino singular?
De ficción, poco. Son nuestras vidas. Y no sólo eso, sino que lo que contamos puede haberle pasado o le pasará a cualquier mujer, sea o no sea madre. A todas nos llega una crisis de madurez al pasar de los treinta: es un momento en el que desapareces un poco del mundo profesional, sea cual sea el trabajo de cada una.
Problemas del sexo..
Desde luego. Como el cambio que se produce con la maternidad. Nadie te ha contado que tiene una parte difícil: dolor, falta de sueño, una cierta crisis existencial... Y luego, como mujer, a partir de los treinta ya he dicho que dejas de existir... Bueno, también depende muchísimo del físico: si estás buena, casi no importa la edad...
La mayoría de los autores son hombres...
Claro, eso influye muchísimo.
¿Entonces, puede que estén un poco fuera de la realidad?
Bueno, yo creo que (es una opinión un poquiño personal) el hombre tiende a idealizar mucho su mundo y es lo que cuenta. También estamos ahora en este mundo superficial, rápido, donde se venden mucho esas cosas: la mujeres estupendas, la juventud sobrevalorada...
Un poquiño... Salió la gallega. ¿Qué queda de aquella niña que se fue a Madrid con 18 años?
Sí, de Vigo. De la niña no sé lo que queda, pero de la tierra, todo. Noto mucho mi arraigo, mis ancestros, a mi abuela luchadora... Tengo mucho de la mujer gallega, que no va de abanderada de nada pero es muy fuerte. Y, eso sí, sigo teniendo muchísma ilusión por mi trabajo, me vuelco a tope con todo, aunque algunas cosas no me gusten tanto.
Eso que comentaba antes de la idealización... ¿no será un problema también femenino? Ha dicho que entre ustedes no se cuentan la parte dura de la maternidad, y más real que eso...
Sí, porque del mismo modo que el hombre idealiza su mundo, la mujer idealiza la maternidad y no está bien visto decir algo malo sobre ella. Pero lo cierto es que la maternidad es maravillosa, aunque te duele todo, te cambia el cuerpo, tienes problemas con tu pareja... No sé si no lo contamos porque pensamos que si lo hacemos somos malas madres o para no infundir miedo a tener hijos.
En la obra se habla de sueños rotos y sueños cumplidos. ¿Tienen nombre?
A mí no me gusta hablar de sueños rotos, porque yo no creo que se produzcan pérdidas sin remedio , lo que hay son transformaciones. Claro, puedes perder algo definitivamente si no ves los cambios de la realidad y no te adecuas a ellos. Pero si yo sé que esos cambios son normales y mi pareja también, podremos volver a construir juntos.
Pero, en general, eso no lo enseña nadie, ni siquiera las madres a sus hijas...
No... Bueno, ahora empezamos a decirnos las cosas. Por eso surgió Femenino singular, porque en el parque hablamos de todo esto.
Y en resumen: ¿la gente sufre o se ríe en Femenino singular?
La gente se ríe mucho, porque nosotras nos reímos mucho de nosotras mismas. No vamos de superfeministas o algo así, sólo contamos estas cosas desde nuestro prisma, porque, claro, también habrá mujeres y madres que no vean las cosas del mismo modo.
¿Hablamos un poco de usted? En 2007, cuando rodó Mataharis con Icíar Bollaín, decía que quería hacer teatro y de un tipo muy concreto, que entonces se empezaba a hacer... ¿Ya se hace?
Se hace más. Claro, por desgracia, con la crisis hay que hacer cosas... Es bueno buscarse la vida, contar las cosas que te interesan..., y ahora hay muchas propuestas en salas pequeñas que permiten hacer eso.
En aquel entonces no tenía familia y se permitía el lujo de escoger sus trabajos...
¡Claro! ¡Pues mira, esto sí ha cambiado muchísimo (ríe)! Recuerdo mucho aquello porque, aunque sin poder elegir mucho, sí he llevado la carrera que he querido. Ahora intento luchar a tope por todo aunque no crea al ciento por ciento en el proyecto. Desde luego, si no tuviera dos hijos quizá haría menos cosas de las que hago...
Y puede que también se haya aburguesado un poquito...
Bueno, no. Sigo viviendo en Carabanchel y llevo una vida muy normal. Lo que pasa es que sí te vuelves más conservador, y no en el sentido político de la palabra. Más conservador de lo tuyo, de tu tribu...
¿Proyectos?
Ahora estoy en una serie de Antena 3, El incidente, que quizá se estrenará en febrero. Es una serie de terror psicológico, con alguna cosa que ver, para que te hagas una idea, con La invasión de los ultracuerpos. También acabo de estrenar Códice en Galicia, sobre el robo del códice Calixtino, donde interpreto a la investigadora, y ahora haré otra cosa también en la tele gallega.
¡Qué suerte que aún la tienen...!
Pues sí, qué suerte.
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