Wasted Youth

Juventud, divino tesoro

Las Naves acoge una exposición comisariada por los periodistas Marta Moreira y Daniel Borrás, concebida como un autorretrato generacional contemporáneo de las subculturas urbanas de la escena musical underground valenciana

Héroes anónimos

Héroes anónimos / Alejandro Escrich

Eduardo Guillot

Decía Alejandro Casona, dramaturgo de la Generación del 27, que «no basta con ser joven, es preciso estar borracho de juventud con todas sus consecuencias». Y lo cierto es que en la Valencia de Gürtel, las visitas papales, el fiasco de la Fórmula 1 y el aparatoso skyline de Santiago Calatrava no falta la gente que se bebe la juventud como si no hubiera mañana, y que la desperdicia creando música, disparando su cámara fotográfica, dirigiendo clips, elaborando ilustraciones o combinando todas esas discilpinas y alguna más.

Esa escena contracultural es la que han decidido reunir los periodistas Daniel Borrás y Marta Moreira en Wasted Youth, «una exposición de fotografía y videoclips musicales concebida como un autorretrato generacional contemporáneo de las subculturas urbanas», que toma como hilo conductor la vibrante escena musical underground valenciana para ofrecer una muestra que reúne «a catorce fotógrafos que documentan su vida y su ambiente desde un punto de vista subjetivo». Además, el proyecto incluye también ilustraciones y objetos de autoedición gráfica relacionados con la cultura del rock´n´roll y sus aledaños.

Moreira y Borrás, que el año pasado presentaron A real story. Nueva fotografía española de moda, buscan esta vez poner al alcance del público una muestra con un claro carácter documental, aunque «no pretende contener a una generación, ni mucho menos etiquetarla», aseguran. «Más que un diario colectivo de juventud, lo es de un espíritu, una forma de crear, vivir y relacionarse al margen de los circuitos establecidos». En ese diario, «aparecen retratados directa o indirectamente músicos y artistas de toda condición, pero también multitud de personajes anónimos, igualmente especiales y necesarios para completar este tableau vivant».

Los protagonistas

Los fotógrafos incluidos en la muestra son Carmen Gray, Julio Pardo, Borja Llobregat, Paula Prats, Fernando Gimeno Pol, Belinda Bono, Josu Kuro, Carles Prats, Héctor Pozuelo, Carles Rodrigo, Marta de Miguel Sansaloni, Pablo F. Serrano, Alejandro Escrich y Pau Roca, guitarrista de La Habitación Roja, que por primera vez expone sus instantáneas. No es raro verlos en lugares como Magazine Club o La Residencia, disparando sus cámaras para inmortalizar la efervescencia del rock underground valenciano, del que también dejan constancia cuando trabajan directamente con los grupos, realizando fotos destinadas a uso promocional.

En cuanto a la sección de videoclips, está integrada por una serie de diecisiete piezas realizadas por productoras y creadores audiovisuales independientes, que servirán de hilo conductor musical a la exposición, y permitirán echar un significativo vistazo al trabajo de las bandas que conforman la escena local de los últimos cinco años: Siesta!, Cuello, Antiguo Régimen, Teletexto, Las Rodilleras, Aullido Atómico, Ramírez, Coleccionistas, Oh Libia!, Polígono Hindú Astral, Tvnnel, Betunizer, La Moto de Fernán, Jupiter Lion y Tucán. Nombres que ponen de manifiesto el excelente estado de forma que vive el subsuelo sonoro valenciano. En palabras de Moreira y Borrás, la selección «trata de representar el amplio abanico de aproximaciones estéticas que se cultivan en este subgénero audiovisual: animación gráfica, collage, narrativas propias de guión cinematográfico, etc.»

Además, la productora Water Tapes participa en la exposición con una selección de grabaciones en directo tomadas en diferentes cuartos de baño de salas de conciertos de Valencia (Black Note, El Loco, Wah Wah), donde están representados otros artistas valencianos, como Gilbertástico, Johny B. Zero, Limboteque, Polock o Red Buffalo. Finalmente, la exposición incluye asimismo una muestra de carteles de conciertos realizados por ilustradores como Luis Demano, Lluis Sánchez, Mik Baro, Jorge Parras, Martín El Alegre y Clara Iris, así como más de cuarenta retratos realizados por el músico y dibujante Don Rogelio J sobre los principales personajes de la escena underground valenciana.

El momento es ahora

La exposición toma su nombre de una frase de Thurston Moore, guitarrista de Sonic Youth: «Una juventud echada a perder es mejor, de lejos, que una madurez de sabiduría y productividad». Mordaz llamada al carpe diem que lleva implitico el carácter subteráneo de toda manifestación radical de la cultura joven y queconecta con las consignas situacionistas de mayo del 68. Algunos años más tarde, en pleno estallido punk inglés, los Sex Pistols lo explicarían de un modo más radical. En el tema God save the Queen aseguraban: «Somos las flores en la basura».

Para encontrar a quienes prefieren asumir riesgos antes que instalarse en la comodidad hay que meterse en sus cubiles y ensuciarse las manos. Buscar las flores entre la basura. Una vez te acostumbras al olor, descubres que en realidad no es malo, solo diferente. Marta Moreira y Daniel Borrás lo han hecho y han encontrado una flora (y fauna) digna de ser expuesta. El espectador, ahora, solo tiene que acercarse hasta Las Naves para conocerla, y sin necesidad de mancharse. Ventajas del mundo moderno.

CRÓNICAS DEL SUBSUELO

La creación musical alternativa ha sido una constante en la ciudad de Valencia desde los años 70

En 1979, La Banda Trapera del Río cantaba: «¡Venid a las cloacas, estaréis mucho mejor!» Y todo aquel que lo frecuentó en su etapa de gloria asegura que el club CBGB de Nueva York era eso, una cloaca. Que sus urinarios apestaban y las paredes estaban llenas de mugre. Pero de allí salieron Ramones, Richard Hell, Patti Smith y Dictators, entre otros.

Valencia también tuvo su CBGB. Se llamaba Gasolinera, y en los ochenta fue el epicentro de una escena en la que destacaron La Resistencia, Extrema Cordialidad Homicida, Carmina Burana, unos incipientes Seguridad Social, Generación 77 o Cómplices. Planta Baja, Babia, Transvia o El Glop eran otros clubs (hoy, todos desaparecidos) en los que era posible escucharles.

Durante la década anterior, la ciudad acogía manifestaciones contraculturales en la sala Studio, el Micalet, el Valencia-Cinema, el Teatre Princesa y locales como el Christopher Lee o el Capsa 13, ambos en el barrio del Carmen. Valencia trataba de sacudirse la caspa franquista y la banda sonora corría a cargo de Eduardo Bort, Remigi Palmero, La Masa Gris o Paranoia Dea.

En los noventa, comenzaron a tomar protagonismo los locales autogestionados, como el Kasal Popular. Chococrispis, Ownfight, Wallride o anomalías como Felpudo Tos circulaban por las catacumbas subterráneas configurando una historia secreta de la música local que se prolonga en el nuevo siglo con nuevos centros sociales autogestionados.

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