Teatro Martín i Soler del Palau de Les Arts

José Mª Sáez Ferriz, flauta

A.d., flauta

José Cerveró, clarinete/clarinete bajo

Vicent Campos, trompeta

Salvador Tarrasó, trombón

Manuel Gasent, percusión

Lluis Marzal, percusión

Mª Carmen Antequera, violín

Josep Alborch, violín

A.d., violonchelo

A.d., contrabajo

Gregorio Jiménez, electrónica

Vicent Sabater, sonido

Joan Cerveró, director

Ô Bali (1989) José Evangelista (1943) 14’

Nu (2021) Josep Planells (1988) (estreno absoluto, encargo del IVC)

Fantaisie Mecanique (1994, rev. 1997) Unsuk Chin (1961) 13’

Intrada

I – variation, presto con brio

II – variation, prestissimo

III – variation, fließend

Aria with intervals of a fourth – andante, scherzo delicatezza, precipitoso

Little study for keyboards – allegro con leggierezza, allegro con moto

Episode with metallic elements – andante sussurando

Improvisation on seven metres

Memòria de l'oblit (2021) Joan Cerveró (1961) 13'

I Little sadness

II Tufnell Park

III Memory of oblivion

IV Gould

V What is the mystery?

VI Chapel

Wall of light sky (2006) Mauricio Sotelo (Madrid, 1961) 12'

Ô Bali fue un encargo de Radio-Canadá para conmemorar el centenario del primer contacto importante de Occidente con la música de Indonesia en la Feria Mundial de 1889 en París. En esta ocasión, Debussy escuchó un Gamelán y escribió sus famosos ensayos. Para rendir homenaje a la extraordinaria música de Bali, he compuesto esta obra siguiendo los principios de la música balinesa, aunque interpretada libremente. Por ejemplo, mi pieza se basa en dos melodías tocadas por las flautas que están al mismo tiempo ornamentadas y recalcadas por los demás instrumentos. Esta técnica de orquestación, esencial para el Gamelán, está en la base del estilo de escritura heterofónica que he utilizado en mi música desde 1982. Sin embargo, estas melodías en sí mismas no tienen nada en común con las de Bali: utilizan los doce tonos de la escala temperada y no grupos de cinco o siete notas, como es el caso de la música balinesa. Mi pieza está dedicada a la memoria del compositor canadiense Colin McPhee (1900-64), nacido en Montreal y gran pionero en el estudio de la música balinesa. (José Evangelista)

Estrenada el 2 de diciembre de 1994 en París por el Ensemble Intercontemporain, Fantaisie mécanique, compuesta para trompeta, trombón, piano y percusión, es como sugiere el título, la unión de dos conceptos contradictorios: improvisación y estructura predeterminada. Si bien da la ilusión de libertad de expresión, la obra en realidad se adhiere al virtuosismo y la interpretación en conjunto más estrictos de los intérpretes. La Intrada se basa en un grupo de cuatro sonidos graves, que actúan como núcleo central de la obra, constituyendo una corriente cromática "oculta" que anima toda la obra. Cada idea musical subsiguiente contiene, como la Intrada, figuras construidas mecánicamente cuyo desarrollo es también "mecánico", sobre las cuales se injerta una polifonía formada por hasta ocho partes. Al mismo tiempo, en la improvisación final los siete metros utilizados durante el transcurso del trabajo, se combinan para formar un polirritmo. (Unsuk Chin)

Como muchas otras de mis obras esta también tuvo un inicio vinculado a la escena y la imagen. En 2019 comencé con los ensayos de una obra teatral homónima bajo la dirección de Carles Alfaro. Ante la reflexión que el texto y la experiencia teatral produjeron en mi comencé a investigar en los depósitos de ideas musicales que estaban acodados en mi mente, una mente que no es, ni más ni menos, que memoria. Pero una memoria que solo surge cuando es impulsada por otros estímulos conocidos que producen que estas células mnemónicas, estos vestigios sonoros, se vuelvan a presentar otra vez en la superficie. Metafóricamente es como si la música estuviese en el fondo de un lago y un movimiento o corriente librase a estos recuerdos, a estas músicas, sonidos o melodías de su capa de arena y barro, y así volviesen, sonoramente, a la superficie. Esto es para mi, en una explicación sucinta, la memoria del olvido.

La obra está dividida en seis fragmentos de extensión variable, cada uno de ellos corresponde a estímulos diferentes, muchos de ellos vinculados a mi biografía y las emociones; otros a los recuerdos sin definir, y otros más, como no podía ser de otra forma, al misterio intrínseco de la música, que no atiende a razones, técnicas ni esquemas. En algunos de ellos flota la imagen sonora de Morton Feldman y también la melodía clara y presente, sin disimulos ni ambages, como constructora de un puente de comunicación y acercamiento.

Esta obra fue encargo del INAEM/Ministerio de Cultura del Gobierno de España y el Grup Instrumental de València. Su estreno se realizó el 20 de marzo de 2021 en el Palau de la Música de Valencia. (Joan Cerveró)

En Wall of Light Sky (Muro de la luz del cielo) me he dejado inspirar por la obra del gran pintor irlandés Sean Scully, y especialmente, por la serie de cuadros pintados a finales de los años noventa y que llevan por título Wall of Light. Desde la infancia he sentido fascinación por la pintura y de ella he aprendido infinidad de secretos que han pasado a formar parte de mi universo sonoro [...]. Recuerdo con singular emoción los largos paseos por el Museo del Prado, pero sobre todo los momentos en que algunas de mis obras más recientes me marcaron como un rayo de oscuridad penetrando en los más profundos rincones del alma y incendiando figuras dormidas en mi memoria que se levantaron transformadas en sonidos luminosos. Estas fuertes experiencias internas fueron creando un mundo con el que me siento íntimamente relacionado y podría centrarse en el eje de Paul Klee, Mark, Rothko, Sean Scully. En la interioridad vibrante de la pintura de Scully habita, desde mi perspectiva, un horizonte musical y es a este horizonte donde dirijo mis ojos, escuchando. Sus obras se me revelan como materia de espacio sin respuesta a las preguntas, al silencio. Ellos se manifiestan en mi interior como un lugar-matriz- de un sonido abierto al posible.

El tiempo que pasamos ante una verdadera obra de arte siempre está de alguna manera impregnado por el inevitable aroma de la duda, de la interrogación ante el indescifrable. Escribe Edmond Jabés: ¿el origen es tal vez una pregunta? Y la obra de Scully, en su más profunda y vibrante dimensión, nos lleva siempre a la causa o el fundamento. Es un espacio abierto en forma de pregunta, el sonido de la que nos invita a ir en busca de lo desconocido, pero, como escribe el mismo Jabés a propósito de la música del compositor veneciano Luigi Nono "no para aprender lo que no se sabe, sino, todo lo contrario, para olvidar, para no ser más que lo que escucha la infinitud, en la que naufragamos, el que escucha el hundimiento". Wall of Light Sky está dedicada a Joan Cerveró y al Grupo Instrumental Valencia. (Mauricio Sotelo)