En el 2006, el director estadounidense Michael Goi rodó su primer largometraje, 'Megan is missing', una escabrosa muestra de 'found footage' -o simulación de metraje encontrado, tipo 'El proyecto de la bruja de Blair'- que no pudo estrenar hasta el 2011 por falta de distribución. El filme, filmado con diferentes formatos de cámara y pantallas partidas para darle el máximo realismo al asunto, relataba la desaparición de una joven estudiante después de haberse citado con un tipo a través de internet, y la posterior investigación por parte de su amiga, con dosis bastante incómodas de violencia y terror que llegaron a provocar que fuera prohibida en países como Nueva Zelanda. Durante estos años, sin embargo, 'Megan is missing' había caído en el olvido hasta que, de forma asombrosa y repentina, se ha convertido en uno de los mayores fenómenos virales de TikTok de los últimos tiempos.

En pocas horas, y bajo el 'hashtag' #meganismissing, más de 90 millones de usuarios de la red social (la cifra habrá subido, por supuesto, cuando hayan acabado de leer esto) publicaron sus reacciones antes, durante y al final del visionado de la perturbadora película de Goi. En muchos casos, se trata de vídeos en los que los jóvenes espectadores, traumatizados por la sucesión de malsanos episodios de genuino 'torture porn' que el filme ofrece durante sus 89 minutos, pasan de la risa al llanto. En otros casos, se preguntan, dado el realismo pseudodocumental del filme, si la desdichada Megan existe.

Goi, estrecho colaborador de Ryan Murphy y Brad Falchuck en series como 'Glee' y 'American Horror Story', tuvo noticia de la inesperada bola de nieve viral a través de una de las protagonistas del filme, Amber Perkins. Alarmado, el director decidió publicar un mensaje en TikTok dando inquietantes consejos sobre cómo verla: "Allá van: no veas la película en mitad de la noche, no la veas solo y, si ves que las palabras 'Photo Number One' aparecen en tu pantalla, tienes cuatro segundos para apagarla si no quieres empezar a ver cosas que quizá no te gustaría ver".

El filme está inspirado en hechos reales; más o menos reales. Por lo visto, Goi se basó en varios casos de secuestro de niños, por lo que su intención era, digamos, pedagógica, pues trataba de enseñar a los padres los riesgos del acoso y abuso sexual (o 'grooming') 'on line'. Otra cosa es que al director se le fuera la mano con la sal en la exposición explícita de la tortura y la violencia sexual a la que es sometida el personaje menor de edad que da título a la película, lo que motivó que recibiera furiosas críticas tras su fugaz estreno en cines en el 2011. Sin ir más lejos, Ángel Sala, director del Festival de Sitges, acaba de afirmar a través de su cuenta de Twitter que el certamen rechazó proyectarla en su edición de aquel año. "Recuerdo que me produjo un intenso rechazo", afirma Sala, un tipo realmente acostumbrado a las emociones fuertes.

Ahora la duda, seguramente sin respuesta, radica en saber dónde empezó todo: quién y por qué recuperó 'Megan is missing' del limbo de la indiferencia para convertirla ya no en obra de culto, que esto es algo que sucede con frecuencia entre los apasionados fans del cine de género que gustan de escarbar entre viejos títulos perdidos, sino en fenómeno viral pop para impresionables audiencias adolescentes.

'Megan is missing', por cierto, que no está disponible en ninguna plataforma de 'streaming' (solo a través de Prime Video de Estados Unidos) ni en formato físico de DVD o Blu-ray, aunque existe la posibilidad de verla, casi de forma clandestina, a través de Youtube en versión original subtitulada.