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Historia de otras Barcelonas

Las hijas del barrio toman la palabra

Mujeres jóvenes de barrios y ciudades en la periferia barcelonesa que lograron una de las últimas plazas en el escacharrado ascensor social narran ahora desde el cine, la poesía o la novela las realidades de sus barrios en primera persona

Carol y Marina Rodríguez, directora y guionista de la película ’Chavalas’, posan en una plaza del barrio Sant Idelfons de Cornellà de Llobregat.

La cita es un jueves por la mañana, día de mercadillo en Sant Ildefons; en la parada del metro, como en la canción de Estopa. Este agosto les ha tocado quedarse en la ciudad, aunque es difícil encontrar una causa más emocionante. La semana que viene estrenan ‘Chavalas’, su primer largometraje, una historia de amor entre un grupo de amigas del barrio, escrita y dirigida por estas dos orgullosas hijas de la periferia. Las hermanas Carol y Marina Rodríguez Colás -directora y guionista de la película- forman parte de ese ‘boom’ de mujeres jóvenes nacidas y criadas en barrios y ciudades humildes del extrarradio barcelonés que lograron una de las últimas plazas en el escacharrado ascensor social y narran ahora, en su caso desde la pantalla, pero en otros desde la poesía, el teatro o la novela -como en la celebrada ‘Listas, guapas, limpias’ (Caballo de Troya) de Anna Pacheco- las realidades y contradicciones de una generación hasta ahora poco o nada explicada, y menos en primera persona y por mujeres.

Antes de empezar la entrevista se asoman al bar en el fondo de la plaza dura que se abre entre los bloques altos de balcones con toldos verdes. Quieren decirle personalmente a su dueña, que esta mañana de agosto tiene el bar cerrado por vacaciones, pero ella está dentro, con las manos en lejía, que a partir del 3 de septiembre el filme en el que su bar tiene un papel protagonista se podrá ver en el Splau [el centro comercial de la ciudad ], y el día 15 habrá una proyección de ‘cinema a la fresca’ en la plaza de Catalunya, centro neurálgico de la vida cultural en Cornellà, pase que les hace especial ilusión a las madres de la criatura, que ya ha ganado la Biznaga de Plata Premio del Público en el Festival de Málaga.

Microviolencias invisibles

Igual que hacía Pacheco cuando definía la actitud desclasada de la protagonista de su primera novela de autoficción como estúpida, la directora de 'Chavalas' también subraya cuán equivocada está su protagonista, ejerciendo "esa microviolencia hacia su madre". "Ese 'no me hables, yo soy una artista'; que después de lo que hemos sufrido nosotras al salir fuera ejerzamos dentro, hacia nuestros padres, esa microviolencia; que volvamos a casa con ese esnobismo...", relata Carol así, en primera persona, porque habla del personaje pero también de ella, porque 'Chavalas' y lo que se cuenta en 'Chavalas', tiene mucho de retrato generacional de esa generación que ahora, tras pasar por esa vergüenza de clase impuesta por las burlas sobre su origen en la facultad, regresa al barrio para explicarlo y explicarse sin dramas y con la cabeza bien alta.

Ese sentimiento de no pertenecer ni aquí ni allí atraviesa muchos de los relatos de estas nuevas voces. De ser la pija en el barrio y la choni de la facultad, antes de que la estética choni se pusiera de moda gracias a la industria musical, tra trá. El hecho diferencial de muchas de las hijas y ya nietas de la inmigración española de los años 60 y 70 nacidas y crecidas en Cornellà, Santa Coloma, L'Hospitalet, Montcada o Badalona. Voces que se escucharon por primera vez juntas, verbalizando cotidianidades hasta el momento ignoradas, en el I Festival de Cultura Txarnega organizado por Emboscada Col·lectiva en el 2019 y que levantó un inenarrable polvareda en la más hostil de las redes sociales. "Está claro que si dolió tanto que se pusiera el tema sobre la mesa es que es algo que no está resuelto. Yo viví todas aquellas críticas como la negación del estigma. Llevas toda la vida suportando chascarrillos sobre de dónde vienes y ahora, encima, te niegan que eso ha pasado. Es muy absurdo", reflexiona la directora de Cornellà, quien añade que es algo que no se puede negar porque "incluso geográficamente estamos entre muchas comillas separados o delimitados". "¿Dónde se acogió a toda aquella inmigración? No viven en el Eixample, viven en la periferia de Barcelona que es donde estaban las fábricas, en estos bloques, construidos de una manera brutal, sin servicios. Y todos estos barrios tienen una historia en común", remata.

Es difícil deshacerte de un sentimiento de traición, de alguna forma; ¿cómo puedo estar yo aquí pintando unos cuadros mientras mi padre está deslomándose con la furgo?

Marina Rodríguez Nicolás - Guionista de 'Chavalas'

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A sus ojos, si esa realidad no ha sido suficientemente narrada hasta ahora no era por esconderla, sino porque "¿cuántas directoras de cine son de barrio de verdad?". "Necesitamos que la gente de barrio llegue a determinados altavoces para narrar nuestras propias historias", prosigue feliz de que algo se esté moviendo, con ejemplos exitosos de esas nuevas miradas como el caso de Belén Funes -crecida en Ripollet-; o el estreno en la Berlinale del corto 'Panteres', de Erika Sánchez, rodado en Sant Cosme, en la periferia del periférico El Prat.

Sentimiento de traición

Las dos hermanas se escuchan y miran con orgullo la una a la otra. Marina, guionista de la película dirigida por su hermana, es autora de la frase 'la chica puede ser del barrio, pero el barrio no sale de la chica', una de las frases que condensa la esencia de la película y en buena medida también la suya. Recuerda que cuando empezó a estudiar en la facultad alucinó con que los padres de sus compañeros de clase tuvieran carreras universitarias, algo que en su colegio, en su barrio, era inaudito. "El barrio ha sido algo súper estigmatizado, criminalizado, que de alguna forma en algunos momentos hemos tenido que esconder o no exponer, y después está el hecho de volver al barrio cuando ya se había exotizado, se había puesto en un lugar de reconocimiento, en una tendencia y entonces el mismo hecho que antes habían utilizado para insultarte lo usaban, las mismas personas, para exaltarme", expone.

La guionista apunta también el sentimiento de culpa tan femenino, por otro lado. La culpa de estas hijas de las clases populares por aspirar a formarse en el elitista mundo de la Cultura, en el que difícilmente encontrarán salidas profesionales una red de contactos inexistente en sus familias. "A mí me pasaba, antes de entrar en la universidad. Mis profes del instituto me decían que estudiara Literatura y yo me decía, ¿cómo voy a estudiar literatura? Me encanta escribir, pero no puedo estudiar literatura. Por eso estudié Publicidad, que es la respuesta capitalista, entre comillas, en la que se supone que vas a tener opciones y va entrar dinero", continúa Marina, quien se refiere también al sentimiento de traición. Ese ¿cómo puedo estar yo aquí pintando unos cuadros mientras mi padre está currando con la furgo un montón de horas

Una década después del lanzamiento de la faltona 'Oh Jennifer' de Els Catarres, las Jennifers no solo toman la palabra, sino que llenan cines, teatros y librerías con sus obras mamadas en plazas duras como esta. Obras, además, luminosas como 'Chavalas', trabajo que reivindica que los barrios también pueden ser el escenario perfecto de películas de amistad o amor, que aquí no todo tienen que ser dramas y películas oscuras. Reivindicar que en Cornellà también sale el sol.

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