Después de una eterna ovación en el Festival de San Sebastián el pasado fin de semana, el viernes llega a los cines de toda España 'Maixabel', una película de Icíar Bollaín con la gerundense Isa Campo de coguionista. Se basa en la historia de la mujer de Juan María Jaúregui, político socialista asesinado por ETA en 2000, que 11 años más tarde recibió una petición insólita: uno de los asesinos quería entrevistarse con ella. Blanca Portillo y Luis Tosar la protagonizan. Campo aparca en ésta ocasión su colaboración habitual con su pareja, el director Isaki Lacuesta, con quién codirigió 'La próxima piel' y con quién ha coescrito filmes como 'Entre dos aguas' o 'Los pasos dobles'.

-Saltó a la fama con el filme La próxima piel, codirigida con Isaki Lacuesta. ¿Trabajar con la pareja implica autocensura?

-Es intenso [risas]. Nosotros, de hecho, en las últimas películas hemos incorporado un tercer guionista que hace de mediador.

-Ahora se ha aliado con Icíar Bollaín para dar forma a 'Maixabel'. Pero antes no se conocían. ¿Fue una apuesta a ciegas?

-Fue una propuesta de los productores, que quisieron unirnos. Nos encontramos cinco minutos para ver si nos caíamos bien y luego ya viajamos a conocer a Maixabel Lasa [la protagonista]. Y allí decidimos que sí, que tirábamos adelante juntas.

-¿Es la primera vez que los encuentros restaurativas entre ex miembros de ETA y víctimas se llevan a la gran pantalla?

-En ficción, diría que sí.

-La disolución de la banda se hizo efectiva en 2018. ¿Por qué el cine español no ha puesto manos a la obra antes?

-Siempre hay un tiempo para hablar de las cosas. Pero hay un momento en que las cosas se abren y ya puedes hablar con cierta distancia, sin remover emociones que son demasiado viscerales. Y yo creo que ahora ha llegado el momento de reflexionar porque ya ha pasado suficiente tiempo.

-¿Maixabel Lasa aceptó el proyecto de inmediato?

-Sí, en el primer encuentro ya vimos que había sintonía. Es una mujer a favor de una causa que defiende y creyó que con la ficción, que permite hacer todo un trayecto empático con el personaje, llegaría a mucha gente. Un sí inmediato.

-¿Fue una manera de hacer las paces?

-Ya había hecho las paces, pero ha sido una manera de mostrarlo a más gente de la que había llegado.

-¿Forjar en las heridas de la protagonista le ha afectado a nivel emocional?

-Sí. Cada viaje de vuelta del País Vasco, Icíar y yo lo hacíamos totalmente trastornadas porque ibas conociendo abismos del ser humano absolutamente impactantes, y tenías la responsabilidad de no revictimizar, que realmente fuera desde la sanación. Hemos tenido mucho cuidado de no hacer daño a nadie.

-¿Los dos ex terroristas participaron activamente en el proceso de rodaje?

-Sí. Se han leído el guion, hemos ido comentando si alguna escena dolía o como se podía enfocar y han venido a los rodajes. Uno de ellos ha visto la película y le ha gustado mucho, el otro irá a verla en solitario.

-¿Si no se hubieran desvinculado de ETA, se habrían planteado esta película?

-Ni Icíar ni yo hubiéramos llegado a hacer una película con alguien que no se hubiera desvinculado de ETA. Ellos han sido de ETA, héroes para una parte de la sociedad, y han hecho todo un viaje aceptando el dolor de la víctima y trabajando por la convivencia. Su meta moral es que esto aporte y que nunca más vuelva a pasar. En este sentido, nos hemos encontrado muy cómodos. En otro escenario seguro que hubiéramos tenido demasiados conflictos morales.

-¿Qué han aprendido ellos de Maixabel?

-La tienen como referente vital absoluto.

-La crítica ha aplaudido el guion. ¿Cuál es el secreto?

-Me ha sorprendido porque los guionistas somos muy invisibles. Nuestra premisa no era hacer un panfleto, era retratar toda la gama de grises y no subrayar más emotivamente para llevar al espectador a sentir una emoción concreta.

-¿A quién incomodará la película?

-Creo que a nadie. Es una apuesta por la apertura y la empatía.