Entrevista

Mohammad Rasoulof: "De haberme quedado en Irán me habría convertido en una víctima, y me niego a ser tal cosa"

Ambientada durante las protestas tras la muerte de la joven Mahsa Amini, 'La semilla de la higuera sagrada' denuncia un sistema monstruoso basado en la obediencia ciega a Dios y al Ayatolá, el fanatismo, la persecución de las mujeres y el ejercicio del terror

El director de cine iraní Mohammad Rasoulof el pasado diciembre en el festival de Marrakesh.

El director de cine iraní Mohammad Rasoulof el pasado diciembre en el festival de Marrakesh.

Nando Salvà

Su nueva película, ‘La semilla de la higuera sagrada’, es la más furiosa de una filmografía que -así lo demuestran también títulos como ‘Goodbye’ (2011), ‘Manuscripts Don't Burn’ (2013) y ‘La vida de los demás’ (2020), galardonada con el Oso de Oro en la Berlinale- se ha consagrado a la condena de la represión que los ciudadanos de Irán sufren a manos del régimen teocrático que los gobierna. Ambientada durante las protestas populares que tuvieron lugar en el país desde finales de 2022 tras la muerte de la joven Mahsa Amini mientras se hallaba bajo custodia policial, se sirve del retrato de una familia encabezada por un investigador judicial, y de las crecientes tensiones que afloran entre este y sus dos hijas, para denunciar un sistema monstruoso basado en la obediencia ciega a Dios y al Ayatolá, el fanatismo, la persecución de las mujeres y el ejercico del terror.

La paranoia que la película transmite la que envolvió su rodaje, que se desarrolló en secreto y entre precauciones extremas, con un equipo de filmación mínimo y en unas pocas localizaciones, y sin la presencia física del propio Rasoulof. En su transcurso, el Tribunal Revolucionario de Teherán condenó al director a ocho años de prisión, latigazos y confiscación de bienes al considerarar que sus películas promueven “la intención de cometer crímenes contra la seguridad del país”; ya había cumplido varias condenas de cárcel en el pasado. Poco después huyó viajando a pie durante 28 días, y actualmente reside en Alemania. La película fue la elegida para representar a ese país cara a los Oscar.

¿En qué se inspiró a la hora de escribir ‘La semilla de la higuera sagrada’? 

En 2022, mientras yo estaba en prisión, estallaron las propuestas tras la muerte de Mahsa Amini a manos de la policía, y me sentí muy inspirado por el coraje de todas aquellas mujeres jóvenes que se echaron a la calle. Poco después, un carcelero se me acercó un día y me confesó que se odiaba a sí mismo por el trabajo que hacía, que sus hijos eran muy críticos con él al respecto, y que a menudo tenía ganas de suicidarse. Durante los últimos 15 años, además, yo he estado en contacto estrecho con interrogadores, censores, jueces y policías de la República Islámica, y a menudo me he preguntado: ¿Qué les pasa por la cabeza? ¿Por qué hacen lo que hacen? Y lo que todos ellos tienen en común es que se han sometido al poder. Esa sumisión suele degenerar en fanatismo, y el fanatismo suele provocar violencia. Todo eso inspiró la película.

¿Por qué decidió huir de Irán justo después de rodarla?

He estado haciendo cine de forma clandestina en mi país durante mucho tiempo, pero nunca me había sentido tan en peligro como al filmar esta. En pleno rodaje supe que mi sentencia a ocho años de prisión había sido confirmada, y que mi condena aumentaría en cuanto la nueva película saliera a la luz. Entonces comprendí que no tenía más opción que abandonar el país. Durante la huída, al llegar a la frontera de Irán con un país vecino, miré hacia atrás un instante y dudé de si sería capaz de dejar atrás mi patria, mi gente, mi cultura. Pero en seguida comprendí que en caso de acabar en prisión no podría seguir contando historias, y que el único papel que podría desempeñar sería el de víctima. Me niego a ser una víctima

En Irán hay muchos cineastas que no sufren persecución. ¿En qué se diferencian de usted?

Que yo, y otros como yo, nos negamos a trabajar sometidos a la censura. Hacer películas solo me interesa si me permite mantener la libertad, la integridad y la dignidad. El cine es lo que más amo en la vida, lo que me permite resistir y seguir respirando, pero me niego trabajar a ese precio. El régimen islámico ha hecho todo cuanto ha podido para convertir mi día a día en una tortura sostenida; cada vez que abría la puerta para salir de casa temía que alguien me estuviera esperando. Ya no tengo que preocuparme por eso, y me llena de alegría. Ahora puedo dedicarme de lleno al cine.

Muchos cineastas iraníes han sorteado la censura narrando a través de metáforas y alegorías. Usted, en cambio, es muy directo en sus críticas al gobierno de su país.

Las metáforas pueden ser una forma muy bella de narrar, pero usarlas por miedo a contar lo que pasa me parece muy problemático. Como muchos otros directores, yo también lo hacía, hasta que un día me di cuenta de que esa forma de autocensura no servía más que para legitimar y fortalecer el totalitarismo, y para aplastar el poder del arte.

Mohammad Rasoulof en el festival de Cannes con el equipo de 'La semilla de la higuera sagrada'.

Mohammad Rasoulof en el festival de Cannes con el equipo de 'La semilla de la higuera sagrada'. / Andre Pain

Además de usted, otros miembros del equipo de producción de ‘La semilla de la higuera sagrada’ huyeron de Irán. ¿Qué sabe de quienes no lo hicieron?

Han sido acusados de propagar la corrupción y la prostitución, de hacer propaganda contra el régimen y de atentar contra la seguridad nacional. El gobierno probablemente querrá usarlos para dar ejemplo y disuadir a otros cineastas de que hagan películas clandestinas. Ellas y ellos eran conscientes del riesgo al que se enfrentaban al participar en la película, y fueron quienes me dieron la valentía necesaria para completarla. Están presentes en mis pensamientos. 

¿Tiene miedo de que haya represalias contra usted?

La República Islámica no dudaría en hacer lo que haga falta para eliminar a sus enemigos, aunque estén fuera de Irán, pero prefiero no pensar en ello. En ese sentido, es muy importante que la película haya tenido tanta repercusión internacional, porque esa publicidad protege a todos los que la hicimos. Y no solo eso; también da esperanza a todos los cineastas de mi país que siguen creando arte comprometido a pesar de toda la persecución de la que son objeto.

Tras la muerte en mayo del entonces presidente iraní, Ebrahim Raisi, le sustituyó en el cargo el reformista Masoud Pezeshkian. ¿Qué opina al respecto?

Lo primero que pensé tras la muerte de Raisi fue: ¿qué le ha pasado a mi país para que yo y otras personas como yo nos sintamos felices cuando otro ser humano pierde la vida, porque eso significa que hay menos gente implicada en esta máquina de represión que es el gobierno iraní? Sea como sea, en mi país el presidente no tiene ningún poder efectivo, así que la elección de un supuesto reformista para el cargo es solo una maniobra del régimen teocrático para sobrevivir un poco más haciendo creer a la gente que habrá cambios. Una mera estrategia para seguir con la represión de los derechos humanos, que es la esencia de su funcionamiento.

¿Qué futuro le augura al país? ¿Y a sí mismo?

Creo que el régimen carece de la fuerza necesaria para mantenerse en el poder mucho tiempo más. Tienen miedo del pueblo, y la única arma que poseen para contrarrestarlo es ejercer el terror. Su autoridad nunca fue tan vulnerable e inestable como ahora, y ya falta menos para que su maquinaria de dominación sea destruida. Por lo que respecta a mí, soy consciente de que muchos de mis compatriotas han estado fuera de Irán durante décadas con la maleta preparada para volver y siguen sin poder hacerlo, pero estoy seguro de que yo volveré tarde o temprano. Y entretanto Irán sigue dentro de mí, y seguiré contando lo que pasa en mi país desde donde esté. Me lo tomo como una misión.  

¿Podrá ‘La semilla de la higuera sagrada’ verse en Irán?

Será distribuida y reproducida ilegalmente a través de las redes sociales. Solo pido a los iraníes que no la vean en la pantalla del teléfono, que busquen una un poco más grande.

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